ELLA VESTIRÁ UN CAMISÓN ROJO CUANDO VENGA
(Rhoda Chief, vocalista y aprendiz de bruja, había bebido Kool Aid temprano al anochecer. Juró por su propia vida que lo que había sucedido en Ingolstadt durante aquella Walpurgisnacht había sido nada menos que la aparición de una serpiente marina gigante en el lago Totenkopf. La bestia, insistió la muchacha, giró y tragó su propia cola con la boca, encogiéndose hasta convertirse en un punto, y arrojando buenas vibraciones y flashes de luz astral mientras menguaba).
Quedaron muchos lugares vacíos en la enorme mesa luego de que los discordianos tomaran asiento. Hagbard no parecía tener apuro por ordenar la cena. En vez de eso, pidió ronda tras ronda de cerveza local, de la cual había una cantidad formidable, preparada en espera del festival de rock. George, Stella y Harry Coin estaban sentados juntos, cerca de Hagbard, y George y Harry discutían la sodomía objetivamente entre pausas largas y pensativas para empinar el trago. Hagbard pedía rondas tan rápidamente que George frecuentemente tuvo que apurar el porrón entero en un minuto o dos sólo para mantenerse a ritmo. Llegaron varias personas que se sentaron en los lugares vacíos de la mesa. George estrechó la mano con un hombre de unos treinta años que se presentó como Simon Moon. Iba acompañado por una hermosa mujer de color llamada Mary Lou Servix. De inmediato, Simon comenzó a contarle a todo el mundo sobre una fantástica novela que había estado leyendo en el vuelo que los había traído. George estuvo interesado hasta que descubrió que el libro era Telémaco Estornudó, de Atlanta Hope. No comprendió cómo alguien podía tomar seriamente semejante basura.
Justo cuando George estaba acabando su décimo porrón de la fabulosa cerveza de Ingolstadt y comenzaba a sentirse bastante mareado, un hombre de aspecto muy familiar se cruzó en su línea de visión. Vestía un traje marrón, llevaba anteojos con marco de nácar y tenía el cabello cano cortado al rape.
“¡George!” gritó el hombre.
“Si, soy yo, Joe,” dijo George, “por supuesto que soy yo. Tú eres Joe, ¿No es así?”. Giró hacia Harry Coin. “Él es el tipo que me envió a Mad Dog para investigar”. Harry rió.
“Dios mío” dijo Joe. “¿Qué te ha sucedido, George?”. Parecía vagamente atemorizado.
“Un montón de cosas” dijo George. “¿Cuántos años hace que no nos vemos, Joe?”.
“¿Años? Fueron solo siete días. Te vi antes de que tomaras el vuelo a Texas ¿Qué estuviste haciendo?”.
George negó con el dedo índice. “Has estado ocultándome cosas, Joe. No estarías aquí ahora si no supieras más cosas de las que dijiste saber cuando me enviaste a Mad Dog. Tal vez el buen y viejo Hagbard te pueda contar lo que estuve haciendo. Allí está el buen Hagbard, mirándonos desde la cabecera de la mesa ¿Qué dices, Hagbard?, ¿Conoces al viejo y buen Joe Malik?”.
Hagbard levantó un porrón enorme y ornamentado que le había provisto la gerencia del Schlosskeller como invitado de honor. Estaba adornado con elaborados bajorrelieves de escenas paganas silvestres, incluyendo a sátiros protuberantes persiguiendo a ninfas regordetas.
“¿Cómo estás, Malik?” exclamó Hagbard.
“Muy bien, Hagbard, muy bien” respondió Joe.
“Vamos a salvar a la Tierra, ¿No es cierto, Joe?” gritó Hagbard. “Salvaremos a la Tierra, ¿No?”.
“Jesús salva” dijo George, y comenzó a cantar:
Siento una paz que sobrepasa la razón,
En mi corazón,
En mi corazón,
En mi corazón.
Siento una paz que sobrepasa la razón,
En mi corazón,
En mi corazón - se quedará.
Hagbard y Stella rieron y aplaudieron. Harry Coin sacudió la cabeza y coreó.
Joe se alejó unos pasos de George para quedar de frente a Hagbard al otro lado de la mesa. “¿A qué te refieres con salvar a la Tierra?”.
Hagbard le dedicó una mirada estúpida, con la boca abierta. “Si no lo sabes, ¿Por qué estás aquí?”.
“Solo quiero saber si además de salvar a la Tierra salvaremos a la gente”.
“¿Qué gente?”.
“La gente que vive en la Tierra”.
“Ah - esa gente” dijo Hagbard. “Si, seguro, salvaremos a todos”.
Stella frunció el ceño. “Esta es la conversación más estúpida que he escuchado”.
Hagbard se encogió de hombros. “Stella, cariño, ¿Por qué no vuelves al Lief Erikson?”.
“Bien, vete a la mierda”. Stella se puso de pie bruscamente y se fue balanceando su falda campirana.
En ese momento un hombre pequeño y de lentes palmeó a Joe en el hombro. “Siéntate Joe. Tómate un trago. Siéntate con George y conmigo”.
“Te he visto anteriormente” dijo Joe.
“Tal vez. Ven, siéntate. Bebamos un poco de buena cerveza bávara. Posee una gran integridad ¿La has probado? ¡Camarera!”.El recién llegado chasqueó los dedos con impaciencia, mientras continuaba observando a Joe con mirada de búho a través de unas gafas tan gruesas como los culos de los porrones de cerveza. Joe se dejó llevar hasta una silla.
“Usted es igual a Jean-Paul Sartre” dijo Joe mientras se sentaba. “Siempre quise conocer a Jean-Paul Sartre”.
“Entonces discúlpame por decepcionarte Joe”dijo el hombre. “Tócame”.
“¡Malaclypse, amigo!” exclamó Joe intentando abrazar a la aparición y terminando abrazándose a si mismo, mientras George miraba con ojos incrédulos y sacudía la cabeza. “Qué alegría verte aquí”continuó Joe. “Pero, ¿Cómo es que estás haciendo de Jean-Paul Sartre en vez de taxista hirsuto?”.
“Este es un buen disfraz” dijo Malaclypse.“La gente esperaría ver a Jean-Paul Sartre aquí, cubriendo el festival de rock más grande del mundo desde un punto de vista existencialista. Por otro lado, este país es como en las películas de Lon Chaney Jr., y si hubiera comenzado a mostrarme como Sylvan Martiset, con la cara cubierta de pelaje, hubiera aparecido una muchedumbre de campesinos con antorchas buscándome por todo el pueblo”.
“Hoy vi a un chofer peludo” dijo George.“¿Se supone que era Lon Chaney Jr.?”.
“No te preocupes, George” dijo Malaclypse.“La gente peluda está de nuestro lado”.
“¿En serio?” preguntó Joe. Hagbard Celine era la persona más velluda de la mesa. Sus dedos, manos, y antebrazos desnudos estaban cubiertos de vello negro. La sombra de barba le nacía bien arriba en las mejillas, casi debajo de los ojos. En la parte posterior de su cuello el cabello no se detenía, si no que continuaba en la espalda. Desnudo, pensó Joe, el tipo debía parecer una alfombra de oso. Muchas otras personas en la mesa tenían el pelo largo o peinados afro, y los hombres tenían barba y bigotes. Joe recordó las axilas de la Srta. Mao.Las camisas campesinas de las mujeres allí presentes escondían sus sobacos de todo examen. George, por supuesto, tenía aquel cabello rubio largo hasta los hombros que lo hacía lucir como un ángel de Giotto. Entonces, pensó Joe, ¿Qué hay de mí? Yo no soy peludo. Mantengo mi corte militar porque lo prefiero de esa manera ¿En qué posición me deja eso?
“¿Qué diferencia hace el cabello?” le preguntó a Malaclypse.
“El cabello es lo más importante en esta sociedad” dijo George. “He intentado explicarte eso repetidamente, Joe, pero nunca me escuchaste. El pelo lo es todo”.
“En esta sociedad y en este momento, el cabello es un símbolo” dijo Malaclypse. “Sin embargo, hay un aspecto real del cabello que me permite, por ejemplo, mirar en este salón y darme cuenta de que la mayor parte de esta gente es enemiga de los Illuminati. Verás, en una época todos los seres humanos tenían pelaje corporal”.
Joe asintió. “Vi eso en la película”.
“Ah, si, debes haber visto Cuando la Atlántida Dominabael Mundo, ¿No?” dijo Malaclypse. “Bien, la ausencia de pelaje, recordarás, era la peculiaridad de Gruad. La mayoría de la gente a la que los Illuminati permitieron vivir - y que eventualmente fueron re-civilizados al estilo Illuminati - formaron pareja o fueron violadas por descendientes de Gruad. Pero el gen velludo, que se encontraba en todos los seres humanos antes de la catástrofe, no desapareció. Es bastante común entre los enemigos de los Illuminati. Mi sospecha es que si conociéramos la historia del FLE, los discordianos y los JAMs, descubriríamos que se remonta a orígenes atlantes y que preservan los genes de los oponentes de Gruad. Me inclino a creer que la gente velluda, en quienes predominan genes atlantes diferentes a los de Gruad, están inherentemente predispuestos a las actividades anti-Illuminati. Por otra parte, las personas que trabajan en contra de los Illuminati parecen ser propensas a tener más vello. Estos factores han dado nacimiento a las leyendas sobre los hombres lobos, vampiros, hombres-bestias de todo tipo, el abominable hombre de las nieves y los demonios peludos. Observa el éxito general que ha logrado la campaña de propaganda Illuminati en retratar a dichas criaturas hirsutas como temibles y malignas. La propensión a la vellosidad entre los prototipos anti-Illuminati también explica por qué es una de las características comunes de los bohemios, los beatniks, los izquierdistas en general, los científicos, los artistas y los hippies. Dichas personas tienden a ser buenos reclutas para las organizaciones anti-Illuminati”.
“A veces lo hacemos sonar como si los Illuminati fuesen la única amenaza sobre la tierra” dijo Joe. “¿No es posible que sus oponentes sean igualmente peligrosos?”.
“Ah, si, por supuesto” dijo Malaclypse. “El bien y el mal son los dos extremos de la misma calle. Pero esa calle fue construida por los Illuminati. Ellos tienen excelentes razones, desde su punto de vista, para predicar la ética cristiana a las masas, ¿Sabes? ¿Quién es John Culpa?”.
Joe recordó lo que le había dicho a Jim Cartwright varios años atrás: A veces me pregunto si no estaremos todos trabajando para ellos de una u otra forma. No lo había creído aquella vez, pero ahora descubría que probablemente fuera cierto. Pensando en salvar a la raza humana, podía estar haciendo el trabajo de los Illuminati. Al igual que Celine, quien podía estar haciendo la voluntad de los Illuminati mientras creía que estaba preservando la tierra.
George, con los ojos desenfocados, sonriendo, preguntó “¿Dónde conociste al Sheriff Jim, Joe?”.
Joe lo miró “¿Qué?”.
“La carencia de vellosidad es la razón por la cual Gruad y sus sucesores sentían preferencia por los reptiles” dijo Malaclypse ajustando sus gruesos lentes. “Sentían un verdadero sentimiento de parentesco. Uno de sus símbolos era una serpiente con la cola en la boca, la cual intentaba representar tanto a los asesinos ofidianos de Gruad, como a sus otros experimentos con reptiles”.
Joe, todavía pasmado por la pregunta de George, aunque reacio a seguir inquiriendo en esa dirección, dijo “hay todo tipo de mitos que involucran a la serpiente, en todas partes del mundo”.
“Todos ellos tienen su origen en Gruad” dijo Mal. “El símbolo de la serpiente, y la catástrofe atlante crearon el mito de que Adán y Eva, tentados por la serpiente, cayeron en desgracia al adquirir el conocimiento del bien y del mal. Al igual que Atlántida cayó por la ideología moralista de Gruad, el científico-serpiente. También está el antiguo mito nórdico de la Serpientedel Mundo, que muerde su cola y contiene al universo. El símbolo Illuminati de la serpiente también fue el origen de la víbora de Moisés, la serpiente emplumada de los aztecas y de su mito del águila devorando al reptil, el caduceo de Mercurio, San Patricio echando a las serpientes de Irlanda, de varias leyendas bálticas sobre el Rey Serpiente, las leyendas sobre dragones, el monstruo que protege tesoros fabulosos al fondo del Rin, el monstruo del lago Ness, y una gran cantidad de otras historias que conectan a las serpientes con lo sobrenatural. De hecho, el nombre ‘Gruad’ proviene de una palabra atlante que puede traducirse alternativamente como ‘gusano’, ‘serpiente’ o‘dragón’ dependiendo del contexto”.
“Yo diría que él fue las tres cosas” dijo Joe. “Por lo que sé”.
“Hoy vi al monstruo del lago Ness” dijo George. “Hagbard se refirió al monstruo como ‘ella’, lo cual me sorprendió. Pero esta es la primera vez que escucho sobre este asunto de las serpientes. Yo pensaba que el símbolo de los Illuminati era el ojo en la pirámide”.
“El Gran Ojo es su símbolo más importante,”dijo Malaclypse, “pero no es el único. La Cruz Rosada es otro. Pero el más copiado es el símbolo de la serpiente. El ojo en la pirámide y la serpiente a menudo pueden verse combinados. Juntos representan al monstruo marino Leviatán, cuyos tentáculos son representados como serpientes, y su cuerpo se muestra como un ojo dentro de la pirámide. No es tan errado, ya que se dice que cada uno de los tentáculos de Leviatán posee un cerebro independiente. La esvástica, que fuera un símbolo muy importante en esta zona hace algunas décadas, originalmente era un dibujo estilizado de Leviatán y sus muchos tentáculos. En sus versiones más antiguas, la cruz tenía más de cuatro brazos y generalmente tenía un triángulo, o a veces un ojo-en-el-triángulo, en el centro. Una forma común de transición es un triángulo con los lados extendiéndose, curvándose y creando la forma de unos tentáculos. Hay dos tentáculos para cada uno de los tres lados, lo cual nos lleva al veintitrés. Unos arqueólogos polacos encontraron una esvástica pintada en una cueva. El dibujo data de la época de Cro-Magnon, no mucho después de la caída de Atlántida, y estaba conformado por veintitrés tentáculos arremolinados alrededor de una pirámide bellamente dibujada, con un ojo ocre en el centro”.
George contuvo la respiración. Mavis había entrado en el salón. En vez de las ropas campiranas que Hagbard había decretado, vestía unos hot-pants, unos pantaloncillos muy cortos y muy ajustados, que hacían que sus piernas lucieran fantásticamente largas, y resaltaban la redondez de su culo.
“Guau - qué atractiva” dijo Joe.
“¿No la conoces?” preguntó George. “Bueno, eso me da un punto de ventaja sobre ti. Ahora la conocerás”.
Mavis se acercó y George le dijo “Mavis, éste es Joe Malik, el tipo que me metió en la celda de la que me sacaste”.
“Eso es un poco injusto” dijo Joe, tomando la mano de Mavis con una sonrisa, “pero lo envié a Mad Dog”.
“Disculpen,” dijo Mavis, “quiero hablar con Hagbard”. Soltó su mano y se fue. Joe y George se sintieron afligidos. Malaclypse meramente sonrió.
Entonces entró al salón un hombre de color, alto y de aspecto severo. También vestía las ropas campesinas. Fue hasta donde Hagbard y estrechó su mano.
“¡Hey, él es Otto Waterhouse, el infame policía asesino y asesino de policías!” rugió Hagbard, volcando cerveza de su enorme porrón. Waterhouse lució afligido durante un momento, luego tomó asiento y observó la sala con los ojos entrecerrados.
“¿Dónde está mi Stella?” demandó ásperamente. George sintió que se le ponían los pelos de punta. Sabía que él no tenía derechos de posesión sobre Stella. Pero aquel tipo tampoco. La posesión exclusiva parecía ser el único tipo de relación sexual que no era practicada por los discordianos y sus aliados. Había una especie de amor tribal general que no impedía que cualquiera se acostase con quien quisiera. Un observador apático podría llamarlo “promiscuidad”, pero esa palabra, al menos como George la comprendía, significaba utilizar otro cuerpo para tener sexo sin sentir nada por la persona con la que te habías involucrado físicamente. Los discordianos eran muy unidos, y se preocupaban demasiado por sus compañeros como para tildar de “promiscua” a su vida sexual. Y George los amaba a todos: a Hagbard, Mavis, Stella, a los otros discordianos, a Joe, incluso a Harry Coin, y tal vez también a Otto Waterhouse, que recién había aparecido.
Mavis dijo “Stella volvió al submarino, Otto. Se reunirá con nosotros cuando sea el momento”.
Hagbard se puso de pie súbitamente. “¡Silencio!” rugió. El silencio descendió sobre el salón lleno de humo. La gente miró a Hagbard con curiosidad.
“Ahora que estamos todos,” dijo, “debo hacer un anuncio. Quiero que todos se unan a mi en un brindis por el anuncio de mi compromiso”.
“¿Compromiso?”exclamó alguien incrédulamente.
“Cierra el culo” gruñó Hagbard. “Estoy hablando, y si alguien vuelve a interrumpirme lo echaré a patadas. Si, estoy hablando de compromiso. De mi boda. Pasado mañana, cuando el Eskatón haya sido inmanentizado y todo esto haya terminado- levanten sus porrones - la Srta. Portinarinos casará a Mavis y a mí a bordo del Lief Erikson”.
George se quedó helado por un momento, asimilándolo, mirando a Hagbard. Luego miró a Mavis, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Se puso de pie y levantó su jarra.
“¡Esto es para ti, Hagbard!” dijo, llevó su brazo hacia atrás con un movimiento lateral como para no volcar ni una gota de cerveza y arrojó volando el porrón hacia la cabeza de Celine. Riendo, Hagbard se hizo a un costado, un movimiento tan casual que no pareció que estuviera esquivando el objeto. El jarrón golpeó la cabeza pintada del Emperador Enrique IV. El retrato aparentemente había sido pintado sobre una superficie dura, ya que el porrón estalló en pedazos sin dejarle ni una marca. Un camarero se acercó rápidamente a limpiar la cerveza, reprochando a George con la mirada.
“Disculpe” dijo George.“Odio dañar obras de arte. Deberías haber dejado tu cabeza en su lugar, Hagbard. Habría sido un daño menor”.Respiró profundamente y gritó “¡Pecadores! ¡Pecadores en manos de un Dios furioso! ¡Ustedes son arañas en las manos del Señor!”. Extendió una mano con la palma hacia arriba. “¡Y Él los arrojará a un foso ardiente!”. Giró la palma hacia abajo. Repentinamente se dio cuenta de que el salón estaba en silencio, y que todo el mundo estaba mirándolo. Entonces se desmayó, cayendo en brazos de Joe Malik.
“Hermoso” dijo Hagbard. “Exquisito”.
“¿Esto es a lo que referías con ‘alejarlo de las mujeres’?” preguntó Joe furioso, mientras acomodaba a George en una silla.“Eres un sádico hijo de puta”.
“Solamente es el primer paso” dijo Hagbard.“Y dije que era algo transitorio ¿Viste la forma en que arrojó esa jarra? Su puntería es perfecta. Me habría volado los sesos si yo no hubiera sabido lo que se venía”.
“Debería haber dado en el blanco” dijo Joe.“¿Quieres decir que mentiste acerca de tu casamiento con Mavis? ¿Solamente lo dijiste para joder a George?”.
“No” respondió Mavis. “Hagbard y yo nos hemos hartado de esta vida de solteros de toma-lo-que-puedas. Y yo nunca encontraré a otro hombre que encaje mejor con mi sistema de valores que Hagbard. No necesito a nadie más”. Y como para probar que hablaba enserio, se arrodilló y besó el velludo empeine izquierdo de Hagbard.
“Un nuevo misticismo” dijo Simon. “El Camino del Pie Izquierdo”.
Joe miró hacia otro lado, avergonzado por el gesto; pero había algo en la escena que le traía un recuerdo - pero, ¿Era un recuerdo del pasado o del futuro?
“¿Qué más puedo decir?” preguntó Hagbard sonriendo. “La amo”.
Llegó la comida, y Harry Coin se inclinó hacia Hagbard para preguntarle “¿Estás cien por ciento seguro de que esta diosa, Eris, es real y que aparecerá esta noche, tan sólida como tú o como yo?”.
“¿Todavía tienes dudas?” pregunto altivamente Hagbard. “Si me has visto a mi, has visto a Nuestra Señora” e hizo un gesto amanerado.
El tipo se ha vuelto realmente loco, pensó Joe. “No puedo comer” dijo rechazando al camarero y sintiéndose algo mareado.
Hagbard lo escuchó y exclamó “¡Come! Come, bebe y alégrate. Tal vez nunca me vuelvas a ver, Joe. Alguien en esta mesa me va a traicionar, ¿Lo sabías?”.
Dos pensamientos colisionaron en el cerebro de Joe: Él sabe; es un Mago y Él cree que es Jesús; está loco. Pero en ese momento George despertó y dijo “Oh, Jesús, Hagbard, no puedo tomar ácido”.
Hagbard rió. “El Morgenheutegesternwelt. Te has adelantado al guión, George. Todavía no he repartido el ácido”. Sacó un frasco del bolsillo y vertió una pila de capsulillas sobre la mesa.
En ese preciso instante, Joe escuchó el inconfundible canto de un gallo.
Estaba prohibido circular en automóvil en una zona a diez millas a la redonda del escenario, con la excepción de los vehículos oficiales, los de los músicos, sus asistentes y del personal del festival. Hagbard, George, Harry Coin, Otto Waterhouse, y Joe se abrieron paso a los empujones entre la multitud apretujada de jóvenes. Pasó un furgón VW que transportaba a Clark Kent y Sus Superhombres. Lo siguió un antiguo Mercedes negro y enorme, modelo 1930, que pasó lentamente entre la muchedumbre de chicos. Iba rodeado por un rectángulo formado por motociclistas en overoles blancos que mantenían alejados a los fans más ansiosos. Joe sacudió la cabeza con admiración, observando los brillantes caños cromados, la laca negra radiante y las tazas lujosas de las ruedas. La capota del auto estaba levantada, así que asomándose, Joe pudo ver varias cabezas rubias rapadas. Una chica, también rubia, se asomó repentinamente a la ventanilla y miró hacia afuera inexpresivamente.
“En ese Mercedes van los Asociación Médica Americana” dijo George.
“Hey,” dijo Harry Coin, “podríamos poner una bomba en su auto y encargarnos de ellos ahora mismo”.
“También matarías a un montón de gente más, y dejarías el trabajo sin concluir” dijo Hagbard, mirando al Mercedes que desaparecía lentamente en la ruta frente a ellos. “Es una bella máquina. Perteneció al mariscal de campo Gerd von Rundstedt, uno de los generales más hábiles de Hitler”.
Un titánico autobús negro que transportaba el equipamiento de los AMA seguía de cerca al Mercedes. Avanzó silenciosamente.
MATAREMOS AL VIEJO GALLO ROJO
MATAREMOS AL VIEJO GALLO ROJO
Los Corporación Cerrada eran reconocidos generalmente como el grupo de rock más esotérico y experimental de todos; esa era la razón por la cual sus seguidores, a pesar de ser fanáticos, eran pocos.“Es profundo, si” coincidía la mayor parte de la cultura juvenil, “pero, ¿Es rock realmente?”. La misma pregunta, expresada de manera más educada, era formulada a menudo por los periodistas musicales, y su líder, Peter “Pall”Mall, tenía una respuesta estándar para ella: “Es rock,” solía decir seriamente, “y sobre esta roca (rock, en inglés) construiré una nueva iglesia” y luego reía, porque usualmente estaba drogado al momento de las entrevistas (los reporteros lo ponían nervioso). En efecto, aquel tono religioso era bastante prominente durante los conciertos de los Corporación Cerrada, y la queja principal era que nadie podía comprender los cánticos que acompañaban algunos de los temas más interplanetarios que tocaban. Dichas letanías derivaban del lenguaje enociano que el Dr. John Dee había descifrado de los acrósticos del Necronomicon, y que posteriormente había sido empleado notablemente por el conocido poeta Aleister Crowley y por el Reverendo Anton LaVey, fundador de la Primera Iglesiade Satán de San Francisco. La noche del 30 de Abril, los Corporación Cerrada sacrificaron ritualmente a un gallo adentro de un pentagrama (lanzó un último quiquiriquí desesperado antes de que le rebanaran el pescuezo), invocaron los Nombres Bárbaros, ingirieron tabletas de mezcalina y partieron al recital preparados para desatar vibraciones que harían palidecer de pavor incluso a los Asociación Medica Americana.
MATAREMOS AL VIEJO GALLO ROJO CUANDO ELLA VENGA
“Acabo de ver a Hagbard Celine” dijo Winifred Saure.
“Era obvio que estaría aquí junto a todos sus esbirros y efebos” dijo Wilhelm Saure. “Debemos andar con cuidado”.
“Me pregunto que estará planeando” dijo Werner Saure.
“Nada” dijo Wolfgang Saure. “En mi opinión no está planeando absolutamente nada. Sé como trabaja su mente - tiene la cabeza llena de sensiblerías orientales. Va a esperar a que su intuición le diga qué hacer. Espera que así nos será más difícil anticiparnos a sus acciones, ya que ni él sabe qué es lo que hará. Pero se equivoca. Su campo de acción está drásticamente limitado, y no hay nada que pueda hacer para detenernos”.
Primero aparecieron las torres sobre las puntas ennegrecidas de los pinos. Parecían torres de vigilancia penitenciarias, aunque los hombres montados sobre ellas estaban desarmados y su propósito principal era colocar los reflectores y los altoparlantes. Luego el camino giraba y se encontraron caminando al costado de un cerco alambrado de unos seismetros de altura. Paralelo a este, a diez metros de distancia, había otro cerco de la misma altura. Más allá estaban las laderas verdes y brillantes de las colinas. Los promotores del festival habían talado y vendido la madera de todos los árboles dentro del área cercada, habían nivelado las lomas y habían cubierto la tierra baldía con césped fresco. Casi todo el verde ya estaba cubierto por la multitud de personas. Las carpas se multiplicaban como hongos, y las banderas ondeaban al viento. Casillas rodantes, pintadas de naranja fosforescente para facilitar su localización, habían sido colocadas a intervalos regulares. Un inmenso murmullo de conversaciones, gritos, cánticos, y música se elevaba desde el lugar. Detrás de las colinas, más allá de la colina principal donde estaba el escenario, se revolvían las aguas oscuras del lago Totenkopf. Incluso aquel lado del festival tenía sus vallas y torres.
Joe dijo “debemos creer que estaban realmente preocupados de que alguien se colara y entrara gratis”.
“Esta genterealmente sabe como organizar este tipo de eventos” dijo Otto Waterhouse.
Hagbard rió. “Vamos, Otto, ¿Eres racista con los alemanes?”.
“Me refería a los blancos. Tienen un par de lugares así en EEUU también. Los he visto”.
“Yo nunca había visto un domo geodésico como ese” dijo George. “Miren lo grande que es. Me pregunto que habrá adentro”.
“Leí que los Kabouters iban a levantar un domo” dijo Joe. “Como una estación de primeros auxilios o para los malos viajes o algo así”.
“Tal vez es un lugar para ir a escuchar la música” dijo Harry Coin. “Mierda, con el tamaño de este lugar apenas puedes ver que hay gente en el escenario, y mucho menos escucharlos”.
“Todavía no has escuchado los altoparlantes”dijo Hagbard. “Cuando comience la música, se escuchará incluso desde Munich”.
Llegaron a un ingreso. Arqueado sobre la entrada, un letrero con letras góticas rojas decía: EWIGE BLUMENKRAFT UND EWIGE SCHLANGEKRAFT.
“¿Ven?” dijo Hagbard. “Descaradamente al descubierto. Para aquellos que comprendan, que lean y que sepan que la hora está llegando”.
“Bien,” dijo Joe, “al menos no dice ‘Arbeit macht frei”.
Hagbard entregó los tickets anaranjados de entrada, y un asistente uniformado de negro los perforó y se los devolvió. Habían entrado al Festival de Ingolstadt. Mientras el sol se hundía en la orilla más lejana del lago Totenkopf, Hagbard y su contingente subieron por la colina. Un enorme cartel sobre el escenario indicaba que estaba tocando el Club de la Demostración Caserade Oklahoma, y los altoparlantes atronaban con un viejo clásico del grupo: “Custer Stomp”.
Detrás del escenario los cuatro miembros de Asociación Médica Americana permanecían alejados y observaban la puesta de sol. Vestían túnicas y pantalones de un negro iridiscente. Los miembros de las otras bandas se juntaban y hablaban, y muchos grupos estaban felices de tocar juntos por primera vez. Incluso confraternizaban con unos pocos chicos intrépidos que se las habían ingeniado para infiltrarse esquivando a los guardias por detrás de la colina del escenario. Pero unos asistentes trajeados de blanco mantenían alejado al público y a los otros músicos de los Asociación Médica Americana. Esto era generalmente aceptado como un privilegio de los AMA. Después de todo, eran universalmente aclamados como la mejor banda de rock del mundo. Sonaban en todas partes. Al igual que los Beatles expresaran la nueva libertad de los años 60s, los AMA parecían personificar el espíritu represivo de los 70s. El secreto de su popularidad es que eran aterrorizantes. Les recordaban a sus fans todos los males que sufrían diariamente, por lo tanto escucharlos y verlos era como rascarse una fuerte comezón. Sugerían que tal vez la juventud había asimilado a sus opresores o se había identificado con ellos, y momentáneamente transformaban el dolor en placer. Millones de chicos acudían a escuchar a los AMA para aprender a disfrutar del dolor.
“Como un radiador gigantesco” dijo Wolfgang.“Nosotros en el centro. Nuestro mensaje proyectado hacia una olla repleta de jóvenes conciencias humanas vibrantes. Masivamente reflejado por ellos hacia el lago - dentro del lago, a miles de metros de profundidad. Allí alcanzará al ejército sumergido. Y los levantará, por así decirlo, de la muerte”.
“Estamos muy cerca de concretar un sueño de treinta mil años de antigüedad” dijo Winifred. “¿Seremos capaces de lograrlo? ¿Seremos nosotros quienes completemos el trabajo comenzado por el gran Gruad? Y si no es así, ¿Qué nos sucederá?”.
“Sin duda aullaremos en el infierno por el resto de la eternidad” dijo Werner. “¿Qué nos harás si fallamos?”.
“Solamente debemos temer a la eternidad si el Devorador de Almas entra en escena” dijo Wilhelm. “Y ellos todavía lo tienen encerrado en el Pentágono”.
“No hablemos más de fallas” dijo Wolfgang.“Es absolutamente imposible que fallemos. El plan es a prueba de tontos”.
Winifred sacudió la cabeza. “El problema es precisamente que los tontos no son a prueba de tontos. Y tú, Wolfgang, lo sabes mejor que nadie”.
Ahora había oscurecido. La formidable carpa dorada estaba resguardada entre la cerca y una loma relativamente retirada y cubierta de césped. Se disfrutaba de una gran privacidad allí, ya que ese sector del festival era el más alejado del escenario y además el área estaba repleta de discordianos. Hagbard entró en la tienda y permaneció allí un rato. Joe y George se quedaron afuera, hablando. George pensaba que Hagbard probablemente estuviera con Mavis adentro, y deseaba poder irrumpir y matar al maldito hijo de puta. Joe, agonizando de nervios, sospechaba que Hagbard estaba en la carpa junto a una mujer, posiblemente Mavis, y se preguntaba si no debería entrar y matar al líder de los discordianos mientras se hallaba ocupado. Mantuvo la mano en el bolsillo, apretando los dedos en la culata de la pequeña pistola.
Vuelo en círculos, en círculos…
Luego de media hora, Hagbard salió de la tienda sonriendo. “Entra” le dijo a Joe. “Te necesitan allí”.
George agarró el brazo de Hagbard intentando hundirle los dedos. Pero sus músculos parecían de acero, y Hagbard ni siquiera pareció notarlo. “¿Quién está allí?” urgió.
“Stella” dijo Hagbard mirando hacia el escenario, donde estaban tocando los Canoa Plástica.
“¿Y estabas cogiendo con ella para ‘liberar las energías’?” preguntó Joe. “¿Y se supone que ahora yo también debo coger con ella? ¿Y luego George? ¿Y luego todo el resto? Eso es magia del sendero izquierdo, y es espeluznante”.
“Simplemente entra” dijo Hagbard. “Te sorprenderás. No estaba cogiendo con Stella. Stella ni siquiera estaba allí mientras estuve dentro”.
“¿Y con quien estabas?” preguntó George totalmente confundido.
“Con mi madre” respondió Hagbard alegremente.
Joe giró hacia la carpa. Haría el último esfuerzo de confiar en Celine, pero entonces… súbitamente la cara de halcón se inclinó hacia él y Hagbard susurró “sé lo que estás planeando para después. Hazlo rápido”.
El 2 de Febrero, Robert Putney Drake recibió un libro por correo. Notó que el remitente era Traslados Gold & Appel en Canal Street, una de las corporaciones de aquel sujeto intrigante, Celine, que había concurrido a las mejores fiestas en el transcurso de ese año. El título del libro era Nunca chifles mientras estás meando, y en la primera página tenía una dedicatoria escrita con letra enérgica que decía “un gran saludo del autor”, seguida por una C gigante como una luna creciente. La editorial era Publicaciones Verdes y Placenteras, P.O. Box 359, Glencoe, Illinois 60022.
Drake lo abrió y leyó unas cuantas páginas. Para su estupor, varios secretos Illuminati eran puestos al descubierto de manera bastante clara con un tono más bien hostil y sarcástico. Adelantó algunas páginas, buscando otras partes jugosas. Hacia la mitad del libro encontró lo siguiente:
DEFINICIONES Y DISTINCIONES
LIBRE MERCADO: Condición de la sociedad en la que todas las transacciones económicas son fruto de la elección voluntaria sin coacción.
EL ESTADO: Institución que interfiere con el Libre Mercado por medio del ejercicio directo de la coacción o la concesión de privilegios (respaldados por la coacción).
IMPUESTO: Forma de coacción o interferencia con el Libre Mercado mediante la cual el Estado recauda tributo (impuesto), permitiéndole contratar fuerzas armadas para practicar la coacción en defensa de los privilegios, y también para involucrarse en las guerras, aventuras, experimentos, “reformas”, etc., que le apetezcan, no de su bolsillo, si no a expensas de “sus” sometidos.
PRIVILEGIO: Del latín privi, privado, y lege, ley. Ventaja garantizada por el Estado y protegida por sus poderes de coacción. Ley para el beneficio privado.
USURA: Forma de privilegio o interferencia del Libre Mercado en la que un grupo respaldado por el Estado monopoliza la emisión de moneda y de esta manera cobra tributo (interés) directo o indirecto en todas o en la mayoría de las transacciones económicas.
TERRATENIENTISMO: Forma de privilegio o interferencia al Libre Mercado en la que un grupo respaldado por el estado“posee” la tierra y de esta manera cobra tributo (renta) a aquellos que viven, trabajan, o producen en dicha tierra.
TARIFA: Forma de privilegio o interferencia al Libre Mercado mediante la cual se impide que los bienes producidos fuera del Estado puedan competir en igualdad con aquellos producidos dentro del Estado.
CAPITALISMO: Organización de la sociedad que, incorporando elementos de impuesto, usura, terratenientismo y tarifa, se opone al Libre Mercado pretendiendo ejemplificarlo.
CONSERVADURISMO: Escuela de la filosofía que clama lealtad al Libre Mercado mientras apoya la usura, el terratenientismo, las tarifas y en ocasiones los impuestos.
LIBERALISMO: Escuela de la filosofía capitalista que intenta corregir las injusticias del capitalismo añadiendo nuevas leyes a las ya existentes. Cada vez que un conservador hace una ley para crear privilegio, un liberal hace otra ley para modificarla, llevando al conservador a hacer una ley más sutil para recrear el privilegio, etc., hasta que “todo lo no prohibido es obligatorio” y “todo lo no obligatorio está prohibido”.
SOCIALISMO: Intento de abolir todo privilegio devolviéndole todo el poder al agente coactivo detrás del privilegio, el Estado, convirtiendo de esta manera a la oligarquía capitalista en un monopolio Estatal. Blanquear una pared pintándola de negro.
ANARQUISMO: Organización de la sociedad en la que el Libre Mercado opera libremente, sin impuestos, usura, terratenentismo, tarifas, u otras formas de coacción o privilegio. Los ANARQUISTAS DE DERECHA predican que en el Libre Mercado la gente elegiría voluntariamente competir más a menudo que cooperar; los ANARQUISTAS DE IZQUIERDA predican que en Libre Mercado la gente elegiría voluntariamente cooperar más a menudo que competir.
Drake, totalmente absorto, dio vuelta la página. Encontró lo que parecía ser un reporte antropológico sobre una oscura tribu de la cual nunca había oído hablar; rápidamente reconoció que era una sátira y una parábola. Dejando el libro de lado por un momento, llamó a su secretaria y le pidió que lo comunicase con Traslados Gold & Apple.
Luego de unos instantes, una voz dijo“Traslados G y A. Habla la Srta. Maris”.
“El Sr. Drake desea comunicarse con el Sr. Celine” dijo la secretaria de Drake.
“El Sr. Celine se encuentra de viaje,”respondió la Srta. Maris,“pero dejó un mensaje en caso de que llamara el Sr. Drake”.
“Yo lo tomaré” dijo Drake rápidamente. Hubo un clic indicando que su secretaria salía de la línea.
“El Sr. Celine le enviará un emisario en el momento apropiado” dijo la Srta. Maris.“Dijo que usted reconocerá al emisario porque llevará ciertas obras de arte de la era de Gruad. Temo que eso es todo, señor”.
“Gracias” dijo Drake huecamente, y colgó. Reconoció la técnica: él mismo la había utilizado para conmover al Sindicato, allá por 1936.
“¿Estabas cogiendo con Stella?”.
“¿Quién dijo que yo estaba cogiendo?”.
Joe entró. La tienda estaba decorada tan ricamente como la de un jeque moro. En uno de los extremos había un velo que dejaba traslucir a una figura recostada sobre una pila de cojines. La figura tenía la piel clara, así que Hagbard había mentido sobre Stella. Joe avanzó y descorrió el velo.
Como había supuesto, era Mavis. Vestía un camisón de harén, rojo pero diáfano, a través del cual pudo ver sus pezones oscuros y la mata de pelo entre sus piernas. Ante la perspectiva de hacerle el amor, Joe pudo sentir que la verga se le ponía dura. Pero estaba decidido a imponer sus cavilaciones a la escena.
“¿Por qué estoy aquí?” preguntó, sosteniendo todavía el velo hacia un lado con la mano, tratando de adoptar una pose casual. Mavis sonrió levemente y con un gesto lo invitó a sentarse junto a ella sobre los cojines. Así lo hizo, y se encontró deslizándose automáticamente a una posición reclinada. Mavis tenía un perfume suave, y sintió que la tensión en su bragueta había crecido un poco más.
“Para vencer a los Illuminati necesito todas las energías que podamos poner en movimiento” dijo Mavis. “Ayúdame, Joe”.Extendió sus brazos hacia él.
“¿Estabas cogiendo con Hagbard? Nunca me ha gustado ser un segundón”.
Mavis gruñó y se le tiró encima. Apretó sus labios húmedos contra los de Joe y le metió la lengua profundamente en la boca al mismo tiempo que le rozaba la entrepierna con un muslo. Joe cayó hacia atrás y cesó la resistencia. Era una chica demasiado atractiva. En un minuto, ella le había abierto la bragueta y jugaba con su pinga dura y caliente con la mano. Luego se deslizó hacia abajo y comenzó a chupársela rítmicamente.
“Aguarda” dijo Joe. “O voy a acabar en tu boca. Hace una semana que no tengo sexo, y estoy a punto de explotar”.
Ella levantó la vista sonriendo. “Chúpamela a mi, entonces. He oído que eres bueno para eso”.
“¿Quién te dijo?” preguntó Joe.
“Un sacerdote gay amigo mío” dijo con una carcajada, al tiempo que se deshacía de su camisón rojo.
Joe exploró los labios de su vulva con la lengua, deleitándose con el gusto a almizcle. Comenzó a trabajar arriba-abajo, arriba-abajo sobre el clítoris. Luego de un instante, sintió que el cuerpo de ella se tensaba. Se fue poniendo más y más rígido. Su pelvis empezó a embestir, él la sujetó con ambas manos por la cadera y continuó lamiéndola inexorablemente. Al final, ella soltó un chillido breve e intentó meterle en la boca todo su monte de Venus.
“Ahora métemela, rápido, rápido” dijo Mavis, y él, con los pantalones bajos y las faldas de la camisa ondeando, la montó. Joe acabó en una serie de espasmos exquisitos, y desplomó su cabeza al lado de la de ella sobre los almohadones. Mavis lo dejó descansar de esa manera durante unos minutos, pero luego lo empujó suavemente y giró de costado para quedar cara a cara.
“¿Me voy?” dijo Joe. “¿He cumplido con mi trabajo de liberar energías o lo que sea?”.
“Suenas amargado y triste” dijo Mavis. “Me gustaría que te quedaras un rato más conmigo ¿Qué es lo que te molesta?”.
“Un montón de cosas. Siento que hice algo incorrecto. George está obviamente enamorado de ti, y Hagbard y tú se lo toman a broma. Y Hagbard me considera a mí como una broma. Y ambos me utilizan de manera poco disimulada. Tú me usas sexualmente, y estoy comenzando a creer que Hagbard me está utilizando de diferentes maneras”.
“No has tomado ácido, ¿No es así?” preguntó ella con tristeza.
“No. Sabía lo que Hagbard estaba haciendo. Este es un momento demasiado serio para andar jugando a la Pasión de Cristo”.
Mavis sonrió. Presionó su cuerpo al de él y comenzó a jugar con su pene fláccido, frotándole el glande contra su vello púbico. “Joe, tu tuviste una crianza católica. Los católicos sienten más aprecio por la blasfemia que los demás. Por eso Hagbard te eligió ¿Cuál es tu pasión, Joe? ¿Coger?”. Volvió a empujar su cuerpo desnudo contra él y suspiró“¿Te gustaría coger con la Virgen María?”.
Joe vio el rostro de su madre, y sintió que la sangre inflamaba su pene. En ese momento creyó comprender lo que Hagbard quiso decir cuando afirmó que su madre estaba en la tienda.
Un poco después, mientras estaba dentro de ella nuevamente, Mavis dijo “soy una virgen perpetua, Joe. Y todas las mujeres lo son, si tienes los ojos para ver. Quisimos darte ojos esta noche. Pero rechazaste el Sacramento. Elegiste el camino más difícil. Ahora deberás descubrirlo por tu cuenta. De una manera distinta a la que Hagbard quiso suministrarte. Deberás encontrar tu propio Sacramento”.
Luego del orgasmo de ambos, ella le susurró“¿Eso fue tu Sacramento?”.
Él se incorporó y observó el tatuaje rojo y triangular entre sus pechos. “No. Tú no eres la Virgen María. Todavía eres Mavis”.
“Y tú todavía debes tomar una decisión” dijo ella. “Adiós Joe. Envíame a George”.
Mientras Joe se vestía sintiendo el peso de la pistola en el bolsillo del pantalón, Mavis rodó y quedó recostada boca abajo, dándole la espalda. Sus nalgas desnudas parecían totalmente indefensas. Miró el almohadón sobre el cual habían hecho el amor. Era dorado y tenía bordada la palabra KALLISTI con letras ondulantes. Joe sacudió la cabeza y abandonó la tienda.
Mientras salía, Hagbard estaba diciéndole en voz baja a Otto Waterhouse “…hubieras ido si no hubiéramos tenido otro trabajo para ti. El Ántrax Leproso Pi puede borrar a la población entera de la tierra en cuestión de días”.
Súbitamente, la camisa blanca de Hagbard, el dorado de la tienda, y las luces brillantes del festival comenzaron a volverse más resplandecientes. Era la adrenalina. Mi boca estaba seca - deshidratación. Todos los síntomas clásicos de lo que Skinner llama el síndrome de activación. Estaba tan emocionado que aquello era todo un viaje.
“Hola Joe” dijo Hagbard suavemente. Repentinamente, Joe se dio cuenta de que su mano estaba aferrada a la pistola. Hagbard le sonrió, y él se sintió como un niño al que habían descubierto jugueteando consigo mismo con la mano en el pantalón. Retiró rápidamente la mano del bolsillo.
“Ella quiere a George” dijo Joe débilmente. Le dio la espalda a Hagbard para mirar al escenario, donde un letrero, luminoso en la oscuridad, decía HOGAZA Y LOS PECES. En ese momento estaban cantando“vuelo en círculos, en círculos, alrededor de los límites de la Tierra…”.
En uno de los extremos de la tienda, detrás de un velo diáfano, Stella descansaba sobre una pila de cojines, vestida solamente con un camisón de harén rojo.
“¿Cogiste con Joe?” preguntó George. “Joe nunca cogió conmigo” respondió Stella. “Tú serás el primero en hacerlo conmigoesta noche. Mira, George, para vencer a los Illuminati necesitamos todas las energías que podamos hacer fluir. Ven aquí y pon esas energías en movimiento conmigo”.
“Él es Danny Pricefixer” dijo Doris Horus. “Lo conocí en el vuelo hasta aquí”.
(“Dios Santo,” dijo María Imbrium, vocalista de los Dragones Defensores de Sicilia, “hay ángeles saliendo del lago. Ángeles con túnicas doradas, ¡Miren!”).
(“Estás viajada con ese Kool Aid de los Kabouters, nena,” dijo un Huno con muchos vendajes. “No hay nada saliendo del lago”).
(“Si hay algosaliendo del lago,” dijo el baterista de los Dragones, “pero tú estás tan drogado que no puedes verlo”).
(“Y si no son ángeles, ¿Qué son?” indagó María).
(“Cristo, no lo sé. Pero sean lo que sean están caminando sobre el agua”).
Con mis largas plumas verdes, vuelo,
Y vuelo en círculos, en círculos…
(Jesús. Caminando sobre el agua. Ustedes están demasiado drogados”).
(“Son un grupo de surfers que por algún extraño motivo llevan gorras verdes”).
“¿Pricefixer?” dijo Kent. “¿No te conocí hace unos cinco o seis años atrás en Arkham? ¿No eres policía?”.
(“Es un huevo verde gigantesco… y me ama…”).
John Dillinger le murmuró a Hagbard “ese pelirrojo de ahí - el que está con el músico de color y la chica con tetas fantásticas. Es un policía del Escuadrón de Explosivos de New York ¿Quieres apostar a que está aquí investigando el atentado a Confrontación?”.
“Debe haber hablado con Mamá Sutra” dijo Hagbard pensativo.
ELLA VESTIRÁ UN CAMISÓN ROJO,
ELLA VESTIRÁ UN CAMISÓN ROJO CUANDO VENGA
Cuando Otto Waterhouse ingresó en la tienda, era la Srta. Maola que lo estaba esperando. “Nunca había cogido con una oriental” dijo mientras se quitaba la ropa. “No creo que esto le agrade a Stella”.
“Stella no se quejará” dijo la Srta. Mao. “Necesitamos mover todas nuestras energías para combatir a los Illuminati. Y necesitamos tu ayuda”.Extendió los brazos hacia él.
“No necesitas pedírmelo dos veces” dijo Otto, inclinándose sobre ella.
En Washington D.C., a las 5:45, la central telefónica del Pentágono recibió la alerta de que varias bombas colocadas en alguna parte del edificio explotarían en diez minutos. “Ustedes han asesinado a cientos de los nuestros hoy en las calles de Washington” dijo la voz femenina.“Pero nosotros les estamos dando la oportunidad de evacuar el establecimiento. No tendrán tiempo de hallar las bombas. Abandonen el Pentágono ahora, y dejen que la historia juzgue cuál de los bandos luchó realmente por la vida en contra de la muerte”.
El personal de alto rango del Pentágono (y, con una revolución produciéndose en la capital del país, todo el mundo estaba allí) fue llevado inmediatamente hasta un refugio subterráneo a prueba de bombas. Luego de consultar con una Junta de Jefes de Personal, el Secretario de Defensa declaró que había un 95 por ciento de probabilidad de que la amenaza fuera falsa, destinada a descontinuar el trabajo de coordinación para reprimir la insurrección que transitaba el país. Se iba a entablar una búsqueda, pero mientras tanto, el trabajo continuaría con normalidad. “Además,” bromeó el Secretario de Defensa con el Jefe de la Junta Militar, “una de esas bombitas de los extremistas le harían a ésteedificio el mismo daño que un petardo le haría a un elefante”.
De alguna manera pasaron por alto el hecho de que la mujer que había llamado dijo bombas (plural). Y las explosiones fueron mucho más poderosas de lo que se supuso. Ya que nunca se efectuó la investigación apropiada, nadie supo con precisión qué tipo de explosivos fueron utilizados, cuántas bombas hubo, de qué manera las introdujeron al Pentágono, dónde estaban colocadas y cómo hicieron para detonarlas. Tampoco se respondió satisfactoriamente a la pregunta más importante de todas: ¿Quién lo hizo? De todos modos, a las 5:55 PM, hora de Washington, una serie de explosiones destruyó un tercio del Pentágono, de cara al río, atravesando los cuatro sectores que van desde el patio interno hasta el muro exterior.
Hubo muchas víctimas fatales. Murieron cientos de personas que estaban trabajando en ese lado del edificio. Y a pesar de que la explosión no había dañado visiblemente el refugio a prueba de bombas, el Secretario de Defensa, la Junta de Jefes de Personal y numerosos militares de alto rango fueron encontrados muertos; se supuso que los había matado la onda expansiva, y en medio del caos creciente nadie se molestó de examinar los cuerpos detenidamente. El Pentágono fue evacuado tardíamente, luego de las explosiones, por miedo a que hubiera más bombas. No hubo más, pero las fuerzas armadas de los EEUU habían quedado momentáneamente decapitadas.
Otra de las víctimas fue el Sr. H. C. Winifred, del Departamento de Justicia. Funcionario civil, con una larga y honorable carrera a sus espaldas, Winifred, aparentemente enloquecido por los eventos terribles de aquel día infame, tomó el volante de una limusina del Departamento de Justicia y condujo hasta el Pentágono de manera salvaje, pasando veintitrés semáforos en rojo. Corrió hasta la escena de la explosión blandiendo un trozo enorme de tiza, y estaba intentando dibujar una línea alrededor del boquete en el muro del edificio cuando colapsó y murió, aparentemente por un ataque cardíaco.
A las 11:45, hora de Ingolstadt, los altoparlantes y el letrero sobre el escenario anunciaron a los Asociación Médica Americana. Luego de una ovación de diez minutos, los cuatro jóvenes rubios de ojos extraños comenzaron a tocar su canción más popular, “La Era de Baviera”. (En Los Ángeles, el sismógrafo de la UCLAsaltó abruptamente hasta el grado 1 de la escala de Mercalli. “Va a haber un pequeño temblor” dijo con calma el Dr. Vulcan Troll. Un temblor de grado 1 no era nada serio). “¿Qué te hizo pensar que lo hallaríamos aquí abajo?” preguntó Saúl.
“Sentido común y psicología” respondió John Dillinger. “Conozco a los proxenetas. Cagarían púrpura antes de juntar el valor de cruzar una frontera. Son todos niños de mamá, sin excepción. El primer lugar que registré fue su propio sótano, por si tenía algún cuarto oculto allí”.
Barney rió. “Ese también fue el primer lugar que registró Saúl”.
“Parece que pensamos de manera similar, Sr. Dillinger” dijo Saúl secamente.
“No hay muchas diferencias entre los policías y los maleantes, psicológicamente hablando” filosofó Dillinger.
“Una de mis propias observaciones,”coincidió Hagbard. “¿Qué conclusión sacas de esto?”.
“Bien,” dijo Dillinger, “Pricefixer no escogió a esa chica solamente porque quería acostarse con ella. Ella debe encajar de algún modo”,
“Y el músico no lo sabe” comentó Hagbard.“Mira sus manos. Está reprimiendo un impulso de lucha; en unos minutos comenzará una riña. Él y la joven han sido amantes - ¿Ves la forma en que la pelvis de la chica se inclina cuando le habla a él? - y él quiere que el blanquito se esfume. Pero el blanquito no se esfuma. Ella está vinculada al caso que está investigando”.
“Yo fuipolicía” dijo Danny en una imitación convincente de la franqueza. “Pero eso fue hace muchos años y el trabajo realmente no me gustó. Ahora soy vendedor de la Britannica. Tengo mejores horarios, y la gente solamente me cierra la puerta en la cara - no me dispara a través de ella”.
“¡Escucha!” dijo Doris excitada. “Los AMA están tocando ‘La Erade Baviera’”. Aquella era la canción que mejor representaba y se burlaba al mismo tiempo de las aspiraciones de la juventud del mundo, y la precisión con la que las expresaban, y el salvajismo con el que las negaban eran una combinación ganadora.
Todo comenzó casi al mismo tiempo que la música. A una milla por debajo de la superficie del lago, cerca de la orilla opuesta, el ejército comenzó a despertar de la muerte. Los cadáveres uniformados de negro rompieron sus ataduras, se elevaron hasta la superficie, y empezaron a ir a la deriva hacia la costa. A medida que aquella apariencia de vitalidad retornaba, los movimientos de deriva comenzaron a volverse movimientos natatorios, y luego de vadeo. Llegaron a la costa en filas. Las facciones debajo de los cascos metálicos eran verdosas, los párpados eran ojerosos, y los labios ennegrecidos mostraban sonrisas amplias. Las bocas de los oficiales se movieron formando palabras de comando, pero no emitieron sonido alguno. Aunque no parecía que el sonido fuese necesario, ya que las órdenes fueron obedecidas al instante. Nuevamente, el poder que la Logia Iluminada le había garantizado a Adolf Hitler en 1923 (“Porque eres tan ridículo” le habían dicho en su momento), - el poder que se había hecho manifiesto en los ejércitos que le habían procurado un imperio que se dilataba desde Stalingrado hasta el Atlántico, y desde el polo norte hasta el desierto de Sahara -, una vez más ese poder era visible sobre la Tierra.
“Están llegando, puedo sentirlo” susurró Werner a su gemelo, Wilhelm, mientras Wolfgang aporreaba la batería y Winifred cantaba:
¡Este es el amanecer de la Era de Baviera - la Era de Baviera - Baviera -Baviera!
Los tanques y la artillería se estaban acomodando en sus posiciones. El paso redoblado de las tropas resonaba. El batallón de motocicletas recorría la playa. Un escuadrón de Stukas parcialmente desmantelados fue alineado sobre la ruta. Luego de que el público del festival fuera masacrado y que el pueblo de Ingolstadt fuera asediado, los aeroplanos serían acarreados hasta el aeródromo cercano, donde serían reensamblados y puestos a punto para poder volar a la mañana siguiente.
Los muertos quitaron las ataduras de sus banderas rojas, blancas y negras, las desenrollaron y las izaron. Muchas eran las conocidas banderas con la esvástica y los estandartes del Tercer Reich, aunque con un agregado: un ojo rojo dentro de una pirámide en el centro de las cruces. Otras llevaban eslóganes escritos con letras góticas tales como DRANG NACH OSTEN y HEUTE DIE WELT, MORGENS DAS SONNENSYSTEM.
Al fin todo estaba listo. Los labios azulados del general de la SS, Rudolf Hanfgeist, muerto hace treinta años, formaron la orden de marchar, que fue retransmitida de la misma manera por los oficiales de alto rango a los de menor jerarquía, y por éstos a los soldados. Las luces y la música en la orilla opuesta eran como un faro al otro lado de las aguas oscuras y abismales. Con la luna centellando sobre sus cabezas muertas, sobre sus cascos y sobre las insignias de la SSen sus solapas, los soldados avanzaron, compañía tras compañía. Los únicos sonidos eran el rugido de los motores diesel de los transportes de tropa y el chasquido metálico de las armas.
“Están llegando” dijo la mujer que estaba debajo de Hagbard, que no era Mavis, ni Stella, ni Mao, si no una mujer de cabello negro y lacio, piel olivácea, gruesas cejas negras y facciones huesudas.
“Estoy llegando, Madre” dijo Hagbard, entregándose a la sensación irresistiblemente progresiva del orgasmo.
“No soy tu madre” dijo la mujer. “Tu madre era noruega, rubia y de ojos azules. Y ahora tengo aspecto de griega, creo”.
“Tú eres la madre de todos nosotros” dijo Hagbard besando su cuello empapado en sudor.
“Ah” dijo la mujer. “¿Eso es lo que soy? Entonces estamos llegando a algo”.
Y comencé a flipar, Malik eclipsado por Malaclypse, y Celine sereno sin fin, Mary Lou ¿Eres tú?, el Ojo Rojo es mi Moonescencia ¿Cuál es el sentido de la dolencia? y otras engañifas semánticas seminales similares (mi cabeza es una puerta corrediza a las arenas movedizas donde el Imperativo Territorialsiempre detona en Sal de Mi Espacio, el Latino y el Sajón guerreando en las sinapsis del pobre Simon, hombres muertos luchando por usar mi lengua, llevando la Explosión de Población hasta Estamos Superpoblados Hasta la Mierda para adelante y atrás hasta convertirlo en Explosión de la Copulación, y más allá de esas Hag barras de esta Misa blanco y negro, el ácido estaba en mí, estaba viajando, flipando, salteando y rajando a través de mi Camino con Maotsy Tsu-thsi, por lo cual el número de Nuestra Señora es cien y cincuenta y seis - ¡Aquí hay Sabidujería!), pero nunca imaginé que sería de esta forma.
“¿Qué ves?” le pregunté a Mary Lou.
“Veo gente saliendo del lago ¿Tú que ves?”.
“Cualquier cosa menos lo que se supone que debería ver”.
En la línea del frente, claro como claritas, estaba el Mescalito de mis visiones de peyote y Osiris con enormes pechos de mujer y el Hombre Araña y el Mago del Tarot y el viejo y buen Charlie Brown y Bugs Bunny con una ametralladora de juguete y Torómblo y Archie y el Capitán América y Hermes el Tres Veces Bendito y Zeus y Atenea y Zagreo con sus linces y panteras y Mickey Mouse y Superman y Santa Claus y Jesús Buda Sonriente y un millón de millones de pájaros, canarios y periquitos, garzas demacradas y cuervos sagrados y águilas y halcones y palomas dolientes (porque el duelo nunca termina), todos drogados desde finales del período devoniano, cuando comenzaron a comer por primera vez las semillas del cáñamo, y no me sorprende que Huxley considerara a los pájaros como “la forma de vida más conmovedora”, cantando todo el tiempo, con sus cabecitas de pajarito totalmente viajadas, todos entonando “vuelo en círculos, en círculos”, excepto el pájaro Mynah, que ríe “¡Ji, ji-ji, ji-ji, ji-ji!”, y recordé nuevamente que la existencia no es más sensata que lo caliente o lo rojo o lo alto o lo amargo, solamente algunas partes de la existencia poseen esas cualidades, y entonces estaban los Hombres Zigzag y mi Dios mi dios mi padre como voz principal cantando:
SOLIDARIDAD POR SIEMPRE
SOLIDARIDAD POR SIEMPREEEE
LA UNIÓN NOS HACE FUERTES
“Lo que digo,” dijo un inglés, “es que pensé que era un monstruo, pero solamente era el Sapo… con la Rata… y Campanita… y Wendy… y Bottom…”.
“Eso es lo que eres,” dijo Hagbard, “si es que puedes llamar a eso una maldita forma de identidad”.
“Creo que es tiempo de que subas al escenario y hagas nuestro pequeño anuncio” dijo la mujer. “Creo que ya todos están preparados para eso”.
“Te enviaré a Dillinger”.
“¡Que bien!”.
“No es cierto, ya sabes. Ese era el otro tipo, Sullivan”.
“No estaba pensando en eso. No me importa si no la tiene más grande que mi dedo meñique. Es solamente la idea de cogerme a John Dillinger. Si eso no me eleva, nada lo hará”.
Hagbard se puso de pie y rió. “Comienzas a verte y a sonar como Mavis otra vez. Creo que se te olvidó, Súper-perra”.
Los Asociación Médica Americana habían dejado las tablas y Clark Kent y sus Superhombres estaban tocando cuando Hagbard, acompañado por George, Harry, Otto y Malaclypse bajaron de su propia loma y subieron hasta la cima de la colina donde se erigía el escenario. Tardaron media hora en llegar, esquivando grupos de gente trenzada en orgías mogolas, sentadas al estilo Za-Zen, o simplemente escuchando la música. Al pie del escenario, Hagbard sacó una tarjeta dorada y se la mostró un grupo de hombres de seguridad que custodiaban el área. “Debo hacer un anuncio” dijo firmemente. Los custodios lo dejaron subir al tablado y le dijeron que esperase a que los Superhombres terminaran su set.
Tan pronto como Pearson vio a Hagbard, hizo una seña a sus hombres para que dejaran de tocar. Un murmullo se elevó desde la audiencia. “Bien, Hagbard,” dijo Robert Pearson, “me estaba preguntando si ibas a aparecer”. Caminó hasta el costado del escenario donde estaban Hagbard y su grupo.
“Buenas noches, Waterhouse,” dijo Pearson,“¿Cómo anda mi nena, Stella?”.
“¿Quién mierda te crees para llamarla ‘tu nena’?” dijo Waterhouse con tono amenazante.
“El ácido solo te abre los ojos, George. No obra milagros”.
Y sucederá que aquel que clame el nombre del Señor, será salvado.
“Me pregunto qué carajo habrá en ese maletín” murmuró Dillinger.
“Lo abriré” dijo Saúl. “De cualquier manera todos tendremos que tomar el antídoto después de esto. Tengo una provisión en el auto allá afuera”. Se inclinó hacia delante, separó las manos azuladas y tiesas de Carmel, y liberó el portafolio de un tirón. Barney, Dillinger y Markoff Chaney se apiñaron alrededor para mirar mientras él destrababa los seguros y levantaba la tapa.
“Que me parta un rayo” dijo Barney Muldoon con una vocecita ahuecada.
“Hagbard nos ha estado engañando a todos”dijo Simon soñadoramente (nada importa en el Primer Bardo). “Esos nazis han estado muertos desde hace treinta años, punto. Simplemente nos ha traído aquí para colocarnos en un Viaje. No hay nada saliendo del lago. Lo estoy alucinando”.
“Algo está sucediendo” insistió Mary Lou con vehemencia. “No tiene nada que ver con el lago - eso solamente es una jugarreta para distraernos de la batalla verdadera entre Hagbard y esos músicos dementes allí arriba. Si no estuviera de ácido mi cabeza funcionaría mejor, maldición. Es algo referido a las ondas sonoras. Sea lo que sea, no se supone que el resto de nosotros lo pueda entender. Esa cosa del lago es simplemente para darnos algo que podamos comprender, o casi comprender”. Su rostro oscuro era intenso, con su inteligencia luchando contra el océano de información indigestible que entraba a través de todos sus sentidos.
“¡Papá!”gimió Simon, sollozando de alegría. “Dime la Palabra. Debes saberla ¿Cuál esla Palabra?”.
“Kether” dijo Tim Moon beatíficamente.
“¿Kether? ¿Eso es todo? ¿Simple Cábala?”. Simon sacudió la cabeza. “No puede ser tan sencillo”.
“Kether” repitió firmemente Tim Moon. “Justo aquí, en medio de Malkuth. Como es arriba, es abajo”.
Veo el trono del mundo. Un solo sitial a veintitrés pies del suelo adornado con diecisiete rubíes, sobre el cual se cierne la serpiente que se muerde la cola, la Rosa Cruz y el Ojo.
“¿Quién era ese hombre tan agradable?”preguntó Mary Lou.
“Mi padre” dijo Simon, realmente llorando ahora. “Nunca volveré a verlo otra vez. El duelo nunca termina”.
Y entonces comprendí por qué Hagbard nos había dado ácido - y por qué la Weather Clandestina y los grupos Morituri lo usaban constantemente -,porque comencé a morir, literalmente sentí que yo misma disminuía hasta el punto de aproximarme al cero absoluto. Estaba tan asustada que tomé a Simon de la mano y le dije “ayúdame” con voz débil, y si él me hubiera dicho “primero admite que eres policía, entonces te ayudaré”, estoy totalmente segura de que le habría dicho todo, habría confesado, pero él simplemente sonrió, apretó gentilmente mi mano y murmuró “¡Está vivo!”- y lo estaba, el centro que daba luz y energía, mi luz y mi energía, pero también la de Dios, y no era atemorizante porque estaba vivo y crecía. La palabra “halo omnidireccional” me llegó desde algún lugar (¿Era Hagbard hablando con Dillinger?), y miré y, Dios santo, Dillinger se partió en dos ante mis ojos. Aquella era la respuesta a una pregunta: había dos Dillingers, gemelos, en adición al falso Dillinger que mataron en el Biograph, 0=2, pensé, sintiendo que en aquello había una respuesta abstracta eterna, a la vez que la respuesta a algunas de las preguntas que habían fastidiado a los biógrafos de la carrera criminal de Dillinger (como por qué algunos testigos aseguraban haberlo visto en Miami ese día de 1934, cuando otros testigos afirmaban que había robado un banco y asesinado a un guardia en Chicago, y por qué Hagbard había dicho que estaba en Las Vegas, cuando yo pude verlo aquí en Ingolstadt), pero era todo movimiento, movimiento, un solo punto, pero todo lo que salía de él se movía, una estrella con espadas y bastos proyectándose hacia fuera como rayos, una corona que también era una copa y un disco de oro que giraba, un resplandor blanco y puro que decía “Yo soy Ptah, he venido para llevarte desde Menfis al cielo”, pero solamente recordé los policías que golpearon a papá en Memphis y le hicieron jurar que nunca volvería al sur (¿Cómo se relaciona eso con elmotivo por el que me hice policía?), y Ptah se transformó en Zeus, Iacchus, Wotan, pero eso no importaba, eran todos distantes, indiferentes y fríos, no eran dioses de la humanidad, si no dioses por encima de ella, dioses del vacío, brillantes pero fríos como los diamantes, los tres girando en el punto hasta convertirse en una esvástica giratoria, y luego la cara del doctor que me practicó el aborto aquella vez que había quedado embarazada de Hassan i Sabbah X, diciendo “Has asesinado al Hijo de Dios en tu útero, mujer” y comencé a llorar nuevamente, mientras Simon aferraba mi mano y repetía “Está vivo”, pero sentí que aquello estaba muriendo y que de alguna manera yo era responsable de su muerte. Era como Otto Waterhouse a la inversa: quería castrar a Simon, castrar a todos los hombres blancos, pero no lo haría; castraría hombres negros - soy la Pesadilla de la Muerte en Vida.
“Está vivo, nena,” repitió Simon, “está vivo. Y te amo, aunque seas policía”.
(“El lago entero está vivo” uno de los Filete de Alma intentaba explicar al resto del grupo, “una enorme espiral que se eleva y gira, como la molécula de ADN, pero con una cabeza de halcón en la punta…”)
“Buenas noches, Waterhouse,” dijo Pearson,“¿Cómo anda mi nena, Stella?”.
“¿Quién mierda te crees para llamarla ‘tu nena’?” dijo Waterhouse con tono amenazante.
“Tranquilízate hermano” dijo Pearson razonablemente.
“No me vengas con esa mierda de hermano. Te hice una pregunta”.
“Tomo tu pregunta como de quien viene” dijo Pearson.
Hagbard dijo “Robert solamente se acuesta con mujeres blancas, Otto. Estoy seguro de que nunca tuvo nada con Stella Maris”.
“No estés tan seguro” dijo Pearson.
“No juegues con Otto, Robert” dijo Hagbard.“Su especialidad es matar gente de color. De hecho, acaba de matar a su primer hombre blanco, y no está seguro de haberlo disfrutado”.
“Antes no sabía lo que era matar” dijo Waterhouse. “Estuve loco durante todos esos años, y lo disfrutaba porque no sabía lo que estaba haciendo. Luego de matar a Flanagan comprendí lo que había hecho, y fue como si hubiera matado a todos los demás nuevamente”. Sus mejillas estaban mojadas, y les dio la espalda.
Pearson se quedó un momento observándolo, y luego dijo suavemente “Guau. Hagbard, ven al escenario”. Caminaron juntos hasta el micrófono. Unas cuantas personas del público habían comenzado a aplaudir rítmicamente exigiendo más música. Sin embargo, la mayoría había aguardado en silencio alegremente, para ver lo que iba a suceder.
Lo que sucedió fue que Robert Pearson les dijo “Hermanos y hermanas, él es el Hombre Libre Hagbard Celine, mi ídolo, y el tipo más profundo del planeta Tierra. Escúchenlo, él les explicará qué es lo que está pasando”.
Se hizo a un lado y le entregó el micrófono deferentemente a Hagbard.
Ante el silencio, Hagbard dijo “Mi nombre, como les dijo Clark Kent, es Hagbard Celine…”.
(En Mad Dog, Texas, John Dillinger y Jim Cartwright levantaron la vista del tablero de ajedrez mientras la música en la radio se detenía para dar paso a la voz de un locutor que anunciaba“Interrumpimos este programa para conectar con un mensaje especial de Washington”. John movió un caballo y dijo amistosamente “Jaque mate. Te apuesto a que es el presidente. Espero que mi hermano encuentre a ese chulo desparecido antes de que las cosas empeoren”. Cartwright observó el tablero con decepción.“Si, es jaque mate” convino finalmente. “Espero que tu hermano y Hagabard estén manejando bien las cosas en Ingolstadt” agregó mientras ambos giraban con un reflejo adquirido de ver la televisión y miraron la radio…).
Ser mujer es bastante malo, pero ser una mujer negra es aún peor. Siempre me sentí partida en dos, como una leona dividida (estoy pensando como Simon) con un agujero en el medio (y eso es lo que les interesa a todos los hombres, el agujero en el medio), pero el ácido estaba llevando la división a una conciencia agónica, curándola, haciéndome una Leona completa, lista para devorar a mis enemigos: comprendí por qué mi padre se había puesto finalmente en contra de los blancos incluso arriesgando su vida. Un caballo se movió en tierras baldías, el desierto que rodea a Las Vegas, que estaba cuadriculado como un tablero de ajedrez; blandía una vara terrible y gritaba “Poder Negro”, y era Hassan i Sabbah, mi amante, mi enemigo, un Cristo Negro que al mismo tiempo era un babuino de sonrisa demencial, todo azul gris perla como el semen, dentro de cada mujer hay un hombre furioso intentando salir, una mujer-hombre con ojos de búho, y comencé a sentir placer a medida que mi clítoris se calentaba y crecía hasta ser un pene; era mi padre; no temía a nada; podía destruir el mundo sin preocuparme, con una sola mirada fulminante de mis ojos, como Shiva. MI PENE ES LA ESTRELLA RUBÍ INVISIBLE, Y LOS HOMBRES CONSPIRAN PARA QUE YO LO OCULTE; ES POR ESO QUE YO DEBO PRIVARLOS DE LOS SUYOS. Tengo dos caras, siempre estoy engañando, como toda mujer; el engaño es nuestra única defensa, comprendo esto con más claridad mientras la sabiduría de mi locura se incrementa, y el olor dulce del hachís que viene del remolque de los Canoa Plástica es como yo, una planta femenina con fuerza masculina, me están clavando a la cruz (literalmente) pero la cruz está dentro de una rueda de fuego giratoria, oh Santo Moisés, estoy encontrando a Buda, no a Eris en mi glándula pineal, el tercer ojo se está abriendo, soy el barro debajo de sus pies, soy Billie Freschette, soy Legión, soy millones, una plaga de langostas para devorar la Tecnologíade Hombre Blanco, “mi nombre es Hagbard Celine” está diciendo él, en mi escuela primaria vendían heroína (así es como somos educados los negros en Chicago), Simon todavía intenta hacerme volver diciéndome “la Muerte no dominará”, e intento creer que el Amor tendrá el poder, pero primero debo gastar hasta el último centavo de mi odio, ellos hicieron que asesine a mi bebé, realmente voy a enloquecer, porque me estoy calentando nuevamente y deseo la espada de Simon en mi copa pero también sé que el Dios verdadero está más allá de Dios, y que los verdaderos Illuminati están más allá de los Illuminati, y que hay una sociedad secreta detrás de la sociedad secreta: los Illuminati que estamos combatiendo son las marionetas de otros Illuminati, al igual que nosotros.
MI NOMBRE ES HAGBARD CELINE, Y EL CARNAVAL HA TERMINADO. QUE TODOS LOS PARTICIPANTES SE QUITEN LAS MÁSCARAS.
“Es raro que Sapo diga eso” murmuró Fission Chips a nadie en particular. Pero la voz retumbó nuevamente MI NOMBRE ES HAGBARD CELINE, POR FAVOR, NO ENTREN EN PÁNICO CUANDO ESCUCHEN LO QUE DEBO DECIRLES, y Fission Chips vio que no se trataba de Sapo, ni del siniestro San Sapo, si no de un italiano bien vestido con dos caras, una que sonreía y otra iracunda. “¿Sabes?” dijo 00005 en voz alta “creo que había una droga en el agua”.
MI NOMBRE ES HAGBARD CELINE, POR FAVOR, NO ENTREN EN PÁNICO CUANDO ESCUCHEN LO QUE DEBO DECIRLES. PRESTEN ATENCIÓN. HE VENIDO A DECIRLES QUE SUS VIDAS ESTÁN EN PELIGRO. EN ESTE MOMENTO UN EJÉRCITO ESTÁ MARCHANDO ALREDEDOR DEL LAGO TOTENKOPF CON EL PROPÓSITO DE MASACRAR A TODO EL PÚBLICO DEL FESTIVAL.
“Jesús” dijo George. “Eso no va a funcionar. Lo está expresando mal. Nunca le creerán. Se reirán de él. Tres cuartos de la audiencia ni siquiera entiende inglés”.
“¿Así es como suena para ti?” preguntó Malaclypse. “¿Como si estuviera hablando en inglés? A mi me suena que está diciendo todo de manera simple y directa. Pero yo lo escucho hablar en el dialecto griego de Atenas del siglo V A.C.”.
“¿A qué te refieres?”.
“A que él está hablando en noruego o en italiano, en el lenguaje que conoce mejor. Está usando lo que llamo el Truco Pentecostal. Fue descrito en los Hechos de los Apóstoles como el don de lenguas. Luego de la muerte de Jesús, los apóstoles estaban reunidos durante las fiestas de Pentecostés, cuando unas lenguas de fuego aparecieron sobre sus cabezas. Luego fueron a predicar ante una multitud de gente de diversos países, y cada persona escuchó los sermones en su propia lengua y en la forma más convincente para cada uno. Lograron miles de conversos a la cristiandad de esa forma. Yo fui el que les enseñó el truco, auque ellos nunca lo supieron”.
“¡Hablando en lenguas!” dijo George maravillado. “Solían predicar sobre eso en las clases de catecismo: ‘Y sucederá en los últimos días, dijo Dios, que verteré mi Espíritu sobre la carne: y vuestros hijos e hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos’”.
(“No te engañes, George. Sabes perfectamente bien que hace unos momentos yo eraMavis”).
“Es una mujer negra gigante… la Madre Noche de Goethe” estaba diciendo alguien, pero yo estaba pensando en 69ar con Simon ah los trucos que conoce ese tipo para complacer a una mujer para hacerte sentir como una reina en el trono y no me importa si sabe que soy policía siempre hay pena luego del placer en este plano siempre estaré partida en dos el vacío siempre estará allí en el centro de Dios y la máscara de la noche cubre mi cara como cuando leía Shakespeare en la escuela soy el río amarillo contaminado por las cloacas y chupa-vergas es una mala palabra pero de qué otra cosa se trata el signo de cáncer o el yin-yang Cristo me encanta hacerlo las mujeres que dicen que no les gusta son mentirosas lo odio y lo amo la ambigüedad siempre existe ese detective que quiso elogiarme aquella vez y me dijo “¡Que huevos tienes para ser mujer!” pero cómo sonaría si yo le hubiera dicho “¡Que tetas tienes para ser hombre!” trono tras trono caigo en el vacío y todavía tengo el poder que ellos adoran en sus trinidades y las pirámides son símbolos del coño que está caliente nuevamente pero solamente quiero que él me abrace no puedo coger ahora no puedo hablar veo la cara de mi padre pero es plateada en vez de negra y de repente supe que Joe Malik tenía un arma e incluso que estaba cargada con una bala de plata Madre de Dios piensa que Hagbard es una cosa inhumana y huelo el opio mezclado con hachís son ásperos esos Canoa Plástica puedo sentir la energía surgiendo a través mío estoy en la tienda y me están cogiendo todos los hombres soy Mavis y Stella y soy la madre de todos y soy Deméter y Frigga y Cibeles y también Eris y soy Napthys la Hermana Negrade Isis de la cual nadie se atreve a hablar incluso puedo ver por qué Joe Malik puso una bomba en su propia oficina era una trampa y Hagbard cayó en ella ahora Joe conoce su secreto.
“Solían predicar sobre eso en las clases de catecismo: ‘Y sucederá en los últimos días, dijo Dios, que verteré mi Espíritu sobre la carne: y vuestros hijos e hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos’. Y ‘Toda carne lo verá en un instante’”.
Malclypse sonrió. “‘Para comprender el entrenamiento pentecostal es necesario morir. Estas son las palabras del comienzo, del final y del medio, Kallisti’. Deberías haber ganado un premio por memorizar versículos en esa clase de catecismo, George”.
“Debería, pero a mi profesor no le gustaba mi actitud”.
“Bien,” dijo Malaclypse, “también le enseñé el Truco Pentecostal a Hagbard. Lo que está diciendo te suena desabrido porque tú no necesitas ser persuadido. El resto está escuchando toda la emoción y retórica que necesitan para estar motivados. El Truco Pentecostal es una buena jugarreta”. Todo aquello llegó de manera sólida y tridimensional y sentí que la compasión manaba de mí como una menstruación psicológica con agua en vez de sangre y perdoné a los cuatro Asociación Médica Americana por separado yo era Isis toda púrpura y azul y con velos y aunque incluso Poseidón surgiera del lago también podía perdonarlo Él estaba cubierto de oliva y tréboles un dios verde del agua fulgurante como amatista con un solo cuerno enorme de unicornio y entonces era Indra el hacedor de lluvia cuya voz de trueno solamente era una bendición disfrazada le obedecí y puse el muñeco dentro del tetraedro no había nada que temer porque todo lo que sucediese serían bendiciones y cosas buenas mientras Los Resplandecientes descendían trayendo su fuego blanco a la tierra roja el trabajo se llevaría a cabo con placer y no con dolor incluso supe que Joe descubrió que los informes de Pat Walsh lo llevaban hacia pistas falsas porque Hagbard quería que él lo descubriera y quería que pusiera la bomba e inclusive quería que viniera esta noche aquí con el arma así todo tenía sentido si tuvieras un modelo del planeta en el que una luz negra se enciende cada vez que alguien muere y una luz blanca por cada nacimiento estaría brillando todo el tiempo eso es lo bueno de ser mujer puedo acabar y acabar y acabar oh Dios tantas veces como quiera y los hombres incluso Simon raras veces acaban más de una vez en una noche esa maldita Srta. Forbes de primer grado necesitaba una buena encamada pero también puedo perdonarla.
SEÑORAS Y SEÑORES, EL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS.
“Todo el mundo debe abandonar el área del festival” estaba diciendo Hagbard. “Los nazis resucitados intentarán exterminarlos a todos. Afortunadamente, hemos tenido tiempo para construir una salida segura para ustedes ¡Observen!”. Extendió el brazo y un reflector detrás de él giró hacia el lago iluminando un gran puente hecho de botes que se extendía diagonalmente desde la zona del festival en la costa este hasta la orilla al noroeste. Había sido ensamblado silenciosamente por la tripulación de Hagbard con la ayuda indispensable de Howard y los delfines durante la última hora.
“Guau” le dijo George a Malaclypse. “Supongo que a eso lo llamarás el Truco del Mar Rojo”.
Hagbard elevó los brazos. “Lo he llamado el Puente Adam Weishaupt. Ahora, todo el mundo se levantará y procederá a cruzar el lago de manera ordenada”.
COMPATRIOTAS AMERICANOS, ES CON GRAN PESAR QUE HOY VUELVO A DIRIGIRME A USTEDES POR SEGUNDA VEZ. MUCHOS IRRESPONSABLES HAN REACCIONADO CON PÁNICO Y LOCURA A LA EMERGENCIA NACIONALPONIÉNDONOS EN RIESGO A TODOS. AFIRMO NUEVAMENTE, CON LAS PALABRAS DE UN GRAN EX LÍDER, QUE NO DEBEMOS TEMER A NADA, EXCEPTO AL TEMOR MISMO.
El rostro en la pantalla de televisión expresaba absoluta confianza, y muchos ciudadanos sintieron renacer la esperanza; en realidad estaba totalmente colocado con Demerol y cuando prendieron fuego en la Casa Blanca aquel día, su sugerencia más constructiva había sido “tostemos algunos malvaviscos antes de irnos”.
ASÍ COMO SE LOS TRANSMITO A USTEDES, EL DIRECTOR DEL FBI ME HA ASEGURADO QUE SUS HOMBRES HAN CERRADO EL CERCO ALREDEDOR DEL ÚNICO PORTADOR DE LA PLAGA QUEHA PROVOCADO TODA ESTA HISTERIA. SI PERMANECEN EN SUS CASAS ESTARÁN SEGUROS, Y LA EMERGENCIA PASARÁRÁPIDAMENTE.
“Podemos enviar tropas al lado oeste del lago para interceptarlos” dijo Wilhelm.
(“Pimpollos de rosas” exclamó John Dillinger. “¿Por qué carajo traería una maleta llena de pimpollos de rosas aquí abajo?”)
Súbitamente todo el mundo se había levantado y estaba moviéndose Simon me guiaba gentilmente yo había retrocedido en el tiempo otra vez había una lucha verdadera entre Hagbard y los Asociación Médica Americana eso significaba que alguien abriría las Puertas de Infierno y a penas podía mover mis pies la cabeza de papá contra el suelo de aquella estación de policía de Memphis y esos policías golpeándolo y golpeándolo ¿por qué no le metieron una lanza en el costado? y nunca podré perdonarlos esto es solamente la droga pero debajo de la superficie siempre he odiado a los blancos incluso a Simon si esto es el Juicio Final ya sé qué es lo que Cristo hará con cada maldito bastardo de ojos azules ellos tienen el poder y fomentan todas las guerras han jodido al planeta su único Dios es la Muerte destruyen todo lo que está vivo un gigantesco dios rubio Thor blandiendo su martillo y aplastando las razas de otro color hay rojo escarlata rojo sangre en esa maza y especialmente sangre negra pero Hagbard es Horus así es como siempre será batallas y muertes hasta el fin de los tiempos y las mujeres y los niños son las víctimas principales solamente la carne es sagrada y los hombres son caníbales asesinos de la carne.
“¿Cuántos crees que son?” preguntó con somnolencia el líder de Corporación Cerrada.
“Seiscientos sesenta y seis” respondió uno del grupo. “Cuando sacrificas un gallo en un pentagrama durante la Noche de Walpurgis siempre obtienes seis-seis-seis”.
“Y están viniendo hacia aquí,” continuó la voz aletargada del líder, “para arrodillarse ante nosotros y servirnos”.
Los Corporación Cerrada estaban sentados en perfecta quietud, en éxtasis silencioso, aguardando la llegada de los 666 demonios cornudos y coludos que veían acercándose a ellos… en el exterior de la caverna Lehman, Saúl carga la jeringa con antídoto. “Yo voy primero” dice John Herbert Dillinger levantándose la manga de la camisa… EN ÉSTE MOMENTO SU GOBIERNO NECESITA DE SU FE…
Luego de la lluvia de balas, el presidente cayó detrás del podio dejando solamente el sello del Poder Ejecutivo en las pantallas de TV. Los espectadores pudieron ver la misma expresión de confianza en su cara mientras flotaba en una tranquilidad de Demerol hacia la muerte. “¡Oh, Dios mío!” dijo la voz en off del presentador televisivo… En Mad Dog, John Hoover Dillinger mira extrañado a Jim Cartwright. “¿Qué conspiración estuvo detrás de eso?” pregunta a la vez que el presentador parlotea histéricamente. “Parece que hubo cinco personas disparando desde cinco ubicaciones diferentes entre el cuerpo de prensa, puede ser que el presidente no esté muerto…”. “Le hicieron mierda la cabeza” dijo otra voz cercana al micrófono, con otra opinión y sin esperanzas… en New York, August Personage, una de las pocas personas que no estaba provocando disturbios ni mirándolos por TV, lee Atlas Se Encogió de Hombros totalmente absorto, casi religiosamente…
“¿Eres una tortuga?” pregunta Lady Velkor.
“¿Eh?” responde Danny Pricefixer.
“Olvídalo” dijo ella apresuradamente. Él escucha que le pregunta a otro hombre a su derecha “¿Eres una tortuga?”.
“Podemos enviar tropas al lado oeste del lago para interceptarlos” dijo Wilhelm.
“Nein”dijo Wolfgang estudiando la situación a través de un binocular, de pie en el asiento trasero del auto de comando que avanzaba con lentitud. “Ese verdammte puente va hasta la costa norte del lago. Ellos pueden cruzar derecho, mientras que nuestros hombres deben hacer un rodeo. Estarán del otro lado antes de que podamos alcanzarlos”.
“Podemos bombardear el puente desde aquí”dijo Werner.
“No nos arriesgaremos a usar la artillería”dijo Wolfgang. “Tendríamos aquí a todo el ejército de Alemania Occidental metiéndose en el medio e interfiriendo nuestro paso al este. Si Alemania Occidental comienza a combatir contra nosotros, los alemanes del este no cometerán el error que esperamos que cometan. No creerán que se trata de una tropa invasora del oeste. A su vez, los rusos ya habrán sido advertidos. Y todo el plan se caería”.
“Evitemos esta fase, entonces” dijo Winifred. “Es mucho rollo. Enfilemos de inmediato hacia el este, y que todos estos críos se vayan al carajo”.
“Neinhermanita, mi amor” dijo Wolfgang. “Tenemos veintitrés candidatos a la iluminación trascendental, incluyendo a Hitler mismo, esperando allá arriba en la vieja Suite Fuehrer del Hotel Danau. El exterminio masivo rápido de todas estas vidas es para trasladar a ese grupito a la vida eterna en el plano energético. Y no permitiré que ese scheisekopf de Hagbard Celine nos frustre en este momento crítico. Quiero demostrarle de una vez por todas quién es el amo. Y a todo el resto de esos schweinen, Dillinger, el Dealey Lama, Malaclypse, y a la Vieja Dama en persona, si es que está aquí. Si todos ellos están presentes, es nuestra oportunidad de hacer una buena barrida y aniquilar a toda la oposición a la vez ni bien el Eskatón comience a hacerse inmanente, en vez de esperar a la etapa final”.
“Pero no podremos alcanzar al público” dijo Wilhelm.
“Podemos. Debemos. Les tomará un rato largo movilizarlos a todos a través del puente de botes, y andan todos a pie. Nosotros tenemos vehículos, y podemos ir atrapándolos incluso antes de que la mitad de ellos hayan cruzado. Los pondremos en pelotones, y los que estén sobre el puente serán un blanco perfecto para las ametralladoras. Simplemente debemos barrerlos, cosechando sus vidas a medida que avancemos. Derrochamos años construyendo nuestra identidad como los Asociación Médica Americana solamente para poder organizar el festival en Ingolstadt y emboscar a las masas de seres humanos a la orilla del lago Totenkopf, para que sus aguas sagradas se tiñeran de rojo con su sangre ¿Van a desperdiciar todo ese esfuerzo?”.
“Estoy de acuerdo. Un análisis brillante”dijo Wilhelm.
“Entonces movámonos a toda velocidad” dijo Wolfgang. Giró hacia el auto que los seguía y gritó “¡Vorwarts a máxima velocidad!”. Hanfgeist, el general de la SS, encaró a sus subordinados y movió sus labios ennegrecidos para dar forma a las mismas palabras. Inmediatamente, los tanques, los camiones semi-oruga, las motocicletas y los autos armados comenzaron a acelerar los motores y las tropas comenzaron a avanzar al trote por la ruta.
Un vigía apostado en una de las torres de luz y sonido los vio y dio aviso al escenario, donde Robert Pearson dijo al micrófono “Es mi triste deber el informar que los cerdos han acortado la distancia. Bien, no corran. Pero apurenel paso deliberadamente”.
Hagbard llamó a través de la entrada de la tienda. “John, ya has tenido suficiente, por amor de Discordia. Sal y deja un poco para Malaclypse”.
“Creí que eras incorpóreo” dijo George.
“Si me hubieras conocido antes, habrías notado que me hurgo la nariz” dijo la aparición sartreriana.
“¡Guau!” dijo John-John Dillinger saliendo de la carpa. “¿Quién hubiera pensado que un viejo podría acabar tanto? Ella dijo que quiere a George después de Mal”.
La mujer detrás del velo resplandecía. No había ninguna luz en la tienda, excepto por la luminosidad dorada que salía de su cuerpo.
“Acércate más, George. No quiero hacer el amor ahora - solamente quiero que sepas la verdad. Párate aquí, delante de mi”.
La mujer detrás del velo era Mavis. “Mavis, te amo” dijo George. “Te he amado desde que me sacaste de la cárcel de Mad Dog”.
“Mira de nuevo” dijo Stella.
“¡Stella! ¿Qué sucedió con Mavis?”.
Vuelo en círculos, en círculos…
“No te engañes, George. Sabes perfectamente bien que hace unos momentos yo eraMavis”.
“Es el ácido”.
“El ácido solo te abre los ojos, George. No obra milagros” dijo la Srta. Mao.
Vuelo en círculos, en círculos…
“¡Oh, Dios mío!” dijo George. Y pensó: Y sucederá que aquel que clame el nombre del Señor, será salvado.
Mavis estaba allí nuevamente. “¿Comprendes George? ¿Comprendes por qué nunca nos veías a todas juntas a la vez? Todo el tiempo que deseaste acostarte conmigo… ¿Comprendes que cuando estabas cogiendo con Stella estabas cogiendo conmigo? ¿Comprendes que no soy una mujer o tres mujeres, si no un número infinito de mujeres?”. Ante sus ojos, ella se volvió roja, amarilla, negra, mulata, joven, de edad mediana, una niña, una vieja, una rubia noruega, una morocha siciliana, una griega de ojos demenciales, una ashanti altísima, una masai de ojos rasgados, japonesa, china, vietnamita, y así sin parar.
El cara-pálida seguía cambiando de color, como suele hacerlo la gente cuando estás de peyote. Ahora se veía casi como un indio. Esto facilitaba la charla. ¿Por qué la gente no cambia de color? Todos los problemas del mundo vienen del hecho de que usualmente no cambiamos de color. James asintió profundamente. Como es usual, el peyote le había aportado una gran Verdad. Si blancos, negros e indios cambiaran de color todo el tiempo, no habría odio en el mundo, porque nadie sabría a quien odiar.
¿De quién era aquel pensamiento? Se preguntó George. La tienda estaba a oscuras. Miró buscando a la mujer. Salió rápidamente de la carpa. Nadie le prestó atención. Todos, Hagbard y el resto, observaban con estupefacción a una figura colosal que crecía a cada paso que daba. Era una mujer dorada con túnica dorada y cabello salvaje, rojo, negro y dorado que flotaba libre al viento. Pasó por encima de la cerca que limitaba el área del festival tan casualmente como si estuviera caminando por su casa. Sobresalía por encima de los pinos bávaros. En su mano izquierda llevaba un orbe dorado…
Hagbard puso sus manos en los hombros de George. “Es posible alcanzar la iluminación trascendental a través de múltiples orgasmos al igual que a través de múltiples muertes”.
Las luces avanzaban por la ruta. La mujer, ahora de 30 mde altura, encaró hacia ellas. Rió, y su risa hizo eco a lo largo del lago Totenkopf.
“¡Gran Gruad! ¿Qué es eso?” gimió Werner.
“¡Es la Vieja Dama!” gritó Wolfgang, con los labios contraídos en una mueca.
El repentino grito de “¡Kallisti!” reverberó a través de las colinas bávaras más fuerte que la música que había estado sonando en el festival. Arrastrando una nube de chispas similares a la cola de un cometa, la manzana dorada cayó en medio del ejército que avanzaba.
Los supernazis podían ser muertos vivos, pero todavía eran humanos. Lo que cada hombre vio en la manzana fue un designio de su propio corazón. El soldado raso Heinrich Krause vio a la familia que había abandonado hace treinta años atrás - sin saber que en ese momento sus nietos estaban sobre el puente de botes que cruzaba el lago Totenkopf, huyendo de su avance -. El cabo Gottfried Kuntz vio a su amante (quien en realidad había sido violada y destripada por soldados rusos durante la caída de Berlín en 1945). El lugarteniente Sigmund Voegel vio una entrada al festival de Wagner en Bayreuth. El coronel de la SS KonradSchein vio a un montón de judíos alineados en frente de una ametralladora que esperaba a que él pusiera el dedo en el gatillo. El oficial Ernst Bickler vio un plato sopero chino azul sobre la mesa vacía en la casa de su abuela en Kassel. Rebosaba de mierda de perro humeante, de la que sobresalía una cuchara de plata. El general Hanfgeist vio a Adolf Hitler, con el rostro azulado y los ojos y la lengua sobresaliendo, colgando de una horca.
Todos los hombres que vieron la manzana, en cualquiera de sus formas, comenzaron a pelear y a matarse entre ellos por su posesión. Los tanques colisionaron de frente. Los artilleros apuntaron y dispararon al centro de la riña.
“¿Qué es eso, Wolfgang?” dijo Winifred implorante, tomándolo de las caderas con pánico.
“Mira al centro de la batalla hermana” dijo Wolfang sombrío. “¿Qué ves?”.
“Veo el trono del mundo. Un solo sitial a veintitrés pies del suelo adornado con diecisiete rubíes, sobre el cual se cierne la serpiente que se muerde la cola, la Rosa Cruz y el Ojo. Lo veo y sé que solamente a mi me corresponde ascender y ocuparlo para siempre ¿Tú que ves?”
“Veo la cabeza teufelschelss de Hagbard Celine sobre una bandeja de plata”. Wolfgang gruñó, apartándola de sí con manos temblorosas. “Eris ha arrojado la manzana de la Discordia, y si no la destruimos nuestros supernazis seguirán luchando y matándose entre ellos”.
“¿Adonde fue la Vieja?” preguntó Werner.
“Sin dudas debe estar acechando bajo alguna otra forma” dijo Wolfgang. “Como un hongo, como un búho o algo así, riéndose del caos que ha provocado”.
De repente, Wilhelm se puso tieso y arañó el aire vacío con los dedos. De forma atemorizante y torpe, como si estuviera sordo, mudo y ciego, bajó gesticulando y gimiendo del Mercedes que había pertenecido a von Rundstedt. Una vez afuera del auto, se alejó unos tres metros de sus hermanos y su hermana, giró y los enfrentó. Sus ojos estaban fijos, todos los músculos de su cuerpo estaban rígidos y la bragueta de su pantalón estaba considerablemente abultada.
La voz que surgió de su boca era profunda, rica, aceitosa y espantosa: “Tenemos que saldar viejas cuentas, niños de Gruad”.
Wolfgang olvidó los sonidos de batalla que recrudecían a su alrededor. “¡Tú! ¡Aquí! ¿Cómo escapaste?”.
La voz era como petróleo crudo filtrándose entre la arena, y, al igual que el petróleo, era una cosa fósil, la voz de una criatura que había estado en el planeta cuando el polo sur estaba en el Sahara y los grandes cefalópodos eran la forma de vida predominante.
“No sé como fue. La geometría dejó de encarcelarme. Y he venido. He comido almas. Almas frescas, no ese plasma miserable con que ustedes han estado alimentándome durante todos estos años”.
“¡Gran Gruad! ¿Esa es tu gratitud?” gritó Wolfgang. En voz baja le dijo a Werner “busca el talismán. Creo que está en el maletín cerrado con el Sello de Salomón y el ojo de Nuit”. Y le dijo al ser que ocupaba el cuerpo de Wilhelm “has llegado en un momento oportuno. Habrá muchas muertes por aquí, y muchas almas para devorar”.
“Estos que nos rodean no tienen alma. Solamente poseen una especie de seudo-vida. Me enferman de solo sentirlos”.
Wolfgang rió. “Así que incluso los lloigor pueden sentir asco”.
“Estuve enfermo durante cientos de años, mientras ustedes me mantuvieron encerrado en un pentágono tras otro alimentándome no con almas frescas, si no con esas esencias miserables”.
“¡Te hemos dado mucho!” protestó Werner.“Cada año hay treinta - cuarenta - cincuenta mil muertes por accidentes de tránsito solamente para ti”.
“Pero no eran frescas: ¡No lo eran! Sin embargo, tal vez podamos saldar la deuda esta noche. Siento muchas vidas en la cercanía - vidas que ustedes de alguna manera han reunido aquí. Pueden ser mías”.
Werner le alcanzó a Wolfgang una varilla con un pentágono plateado en la punta. Wolfgang lo apuntó hacia Wilhelm, que se sacudió y cayó de rodillas. Durante un instante hubo silencio, roto solamente por los sollozos de terror de Winifred y por los disparos de rifles y ametralladoras de fondo.
“No obtendrás esas vidas, Yog Sothoth. Son para la iluminación trascendental de nuestros sirvientes. Si esperas, habrá vidas suficientes para todos nosotros”.
Werner dijo “mientras discutimos, nuestro ejército se está destruyendo, y no va a haber vidas para nadie”.
“¿En serio?” dijo la voz profunda. “¿Cómo fue que sus planes se descarriaron? Déjenme leerlos para saber”. Wolfgang sintió que se le ponía la piel de gallina en todo el cuerpo. Se estremeció al sentir que unos dedos toscos, inmateriales y fríos recorrían las páginas de su mente.
“Mmm - ya veo. Así que ella está aquí. Mi antigua enemiga. Será bueno enfrentarme a ella una vez más”.
“¿Tus poderes se igualan a los de ella?”preguntó Wolfgang con ansiedad.
“Yo no me rindo ante nadie” fue la orgullosa respuesta.
“Pregúntale, entonces, por que siempre lo atrapan adentro de un pentágono” dijo Werner en voz baja.
“¡Cállate!” susurró salvajemente Wolfgang.“Destruye la manzana dorada,” le dijo al lloigor, “y libera a mi ejército para que pueda avanzar, y yo retiraré este pentágono y te permitiré tomar todas las vidas que desees”.
“¡Hecho!” dijo la voz. Repentinamente echó la cabeza hacia atrás con la boca abierta. Un sonido ahogado salió de su garganta. Luego cayó de espaldas con los brazos abiertos en cruz. Un gas brillante, verdoso y extraño se elevó de su boca.
Werner saltó del auto y corrió hasta Wilhelm. “¡Está vivo!”.
“Claro que está vivo” dijo Wolfgang. “El Devorador de Almas simplemente se apoderó de su cuerpo para comunicarse con nosotros”.
Winifred gritó “¡Miren!”.
Una nube del mismo gas fosforescente oscurecía ahora el corazón de la batalla. Pareció tomar la forma de una araña con una cantidad innumerable de patas, brazos, antenas y tentáculos. Gradualmente la forma fue cambiando, brillando cada vez más y más. La torre del festival más cercana parecía iluminada por el sol debido a la luminosidad que emitía. Luego el resplandor fue decreciendo, y la torre se trasformó en una silueta a la luz de la luna. Un silencio ominoso cayó sobre las colinas alrededor del lago Totenkopf, perturbado solamente por los gritos de alegría del último grupo de concurrentes al festival que habían logrado llegar sanos y salvos a la orilla opuesta.
“No hay tiempo que perder” dijo Wolfgang a Werner y a Wilhelm. “Junten algunos oficiales. Vean si pueden encontrar a Hanfgeist”.
Hanfgeist había desaparecido. El único oficial de alto rango que había sobrevivido era Ernst Bickler, con visiones de soretes de perro apagándose tristemente en una mente que solamente poseía una apariencia espantosa de vida. Un rápido vistazo les mostró a los cuatro Illuminati Primi que la Manzana de la Discordia les había costado la mitad de su ejército.
“¡Adelante!” rugió Wolfgang, y con los tanques a la vanguardia irrumpieron a través de la cerca del festival, avanzaron por las colinas junto a las tropas que ahora corrían a paso redoblado, cargando decididamente contra el puente. Wolfgang iba de pie en el asiento trasero del Mercedes de von Rundstedt, sus manos enfundadas en guantes negros aferraban el respaldo del asiento delantero, con el viento soplando sobre su corte de cabello militar como sobre un trigal. De repente, a su lado, Wilhelm gritó.
“¿Qué pasa ahora?” aulló Wolfgang sobre el clamor de su ejército en movimiento.
“Las vidas que estamos por tomar,” dijo la molesta voz del lloigor, “son mías, ¿Verdad?, todas mías ¿No?”.
“Escúchame bien, vampiro energético. Tenemos otras deudas que saldar y otros proyectos por completar. Hay veintitrés de nuestros sirvientes más fieles aguardando en el Hotel Danau para ser iluminados trascendentalmente. Ellos van primero. Espera tu turno”.
“Adiós” dijo el lloigor. “Te veré a la hora de tu muerte”.
“¡Yo nunca moriré!”.
“¡Necio!” chilló la voz en la boca de Wilhelm. Súbitamente, el poseído se enderezó, abrió la puerta del auto y se arrojó al lago. Cayó salpicando mucha agua y se hundió como una piedra. Un resplandor verdoso se esparció en las aguas negras en el lugar adonde se había sumergido.
Y entonces quedaron cuatro.
Hagbard estaba de pie en la cima de una colina observando a los tanques marchar sobre el pontón, seguidos por el Mercedes negro, los camiones de artillería y los soldados a pie. Se arrodilló junto a un detonador y jaló la manija hacia abajo.
De extremo a extremo, el puente y todos los que estaban sobre él desaparecieron en géiseres de agua blanca. El trueno de las explosiones - cargas de demolición colocadas por la horda delfín bajo la dirección de Howard - hizo eco a lo largo de las colinas que rodeaban al lago.
Los tanques se hundieron primero. Mientras la trompa del automóvil de comando se sumergía en el agua, Werner Saure gritaba“¡Mi pie quedó atrapado!”. Desapareció junto al auto. Wolfgang y Winifred, con sus lágrimas mezclándose con las aguas del lago Totenkopf, chapotearon en la superficie junto a los pocos supernazis restantes.
Y entonces quedaron tres.
Hagbard gritó “¡Lo hundí! ¡Hundí el puente George Washington!”.
“¿Eso ha cambiado algo?” preguntó George.“Por supuesto” dijo Hagbard. “Los hemos hecho retroceder. Y en unos cuantos minutos podremos rematarlos. Entonces ya no habrá más maldad en el mundo. Y todo será color de rosa”. Su tono era más sarcástico que victorioso, notó George aprensivamente.
“Ahora admito que me encuentro bajo la influencia de alguna maldita droga contenida en la Kool Aid” dijo Fission Chips. “Pero todo esto no puede ser simplemente una alucinación. Definitivamente, trece personas se quitaron la ropa y comenzaron a bailar. Realmente los escuché cantar‘Bendita seas, bendita seas’ una y otra vez. Luego, una mujer francamente gigantesca apareció de la nada y todas aquellas sirenas, ondinas y tritones regresaron al agua. Si esto fue el Armagedón, no fue precisamente como la Biblia lo describe ¿Es un balance justo de la situación?”. El árbol al que le estaba hablando no le respondió. “Bendita seas, bendita seas” cantaba Lady Velkor, mientras bailaba en círculos junto a su aquelarre improvisado a las apuradas. El hechizo había funcionado: había visto con sus propios ojos cómo la Gran Madre, Isis, se había alzado hiriendo a los espíritus malévolos de los Inquisidores Católicos que los Illuminati habían intentado resucitar. Sabía que después Hagbard Celine presumiría en todos los círculos ocultistas que el milagro había sido obra suya, dándole todo el crédito a esa perra destructiva de Eris - pero eso ya no importaba. Había visto a Isis con sus propios ojos y eso era suficiente.
“Ahora, te pregunto,” continuó Fission Chips, dirigiéndose a otro árbol, que parecía más comunicativo, “¿Qué carajos viste tú esta noche?”.
“Yo vi a un maestro Mago,” dijo el árbol, “o a un maestro del engaño - ambos son lo mismo - plantando unas cuantas sugestiones para hacer que un montón de cabezas-de-ácido huyeran de sus propias sombras”. El árbol, que en realidad era Joe Malik, quien lucía como un árbol solamente para el pobre y aturdido 00005, añadió “o vi la batalla final entre el bien y el mal con Horus en ambos bandos”.
“Tú también debes estar drogado” dijo Chips, malhumorado.
“Puedes apostar tu culo a que lo estoy” dijo el árbol alejándose.
…no sé como harán los jueces para desenredar esto. Con cinco hombres disparando al mismo tiempo, y el Servicio Secreto disparándoles a la vez, ni el mejor laboratorio criminológico del mundo podrá calcular correctamente las trayectorias de todas las balas ¿Quién - entre los sobrevivientes - será juzgado por intento de homicidio y quién lo será por homicidio? Esa es la pregunta de los sesenta y cuatro mil dólares… ¿Qué?... ah… y ahora, señoras y señores, en este trágico momento de la historia de nuestro país, prestemos especial atención al nuevo presidente, quién dirigirá la palabra a toda la nación.
¿Quién es ese patán que apareció ahí? preguntó el nuevo Jefe de estado a alguien afuera de cámara cuando su propio rostro apareció en las pantallas de TV.
El Chevrolet Stegosaurus entró en el campo vacío del concierto, y aminoró la velocidad hasta detenerse. El guitarrista asomó la cabeza por la ventanilla y le gritó a Lady Velkor “¿Qué mierda ha pasado aquí?”.
“Alguien echó un ácido de mala calidad en la Kool Aid” respondió ella lúgubremente.“Todos enloquecieron y huyeron hasta el pueblo”.
“Mierda” dijo el del auto. “Esta iba a ser nuestra primera audiencia grande. Somos un grupo nuevo, recién formado. Qué mala suerte”.
Giraron y condujeron de vuelta hasta la ruta, y ella pudo ver el cartel en la cola del auto: EL INCIDENTE DE FERNANDO POO.
“¿Cómo estás ahora, nena?” preguntó Simon.
“Sé quién soy,” dijo Mary Lou lentamente, “y el resultado no te va a gustar, como tampoco le gustará a la fuerza policial de Chicago”. Sus ojos eran distantes y pensativos.
Wolfgang y Winifred estaban muy cerca de la orilla cuando unas formas jorobadas y oscuras surgieron del agua rodeándolos. Winifred chilló “¡Wolfgang! ¡Por el amor de Gruad, Wolfgang! ¡Me están jalando hacia abajo!”. Su largo cabello rubio flotó un instante luego de que su cabeza se hundió; luego desapareció también.
Y entonces quedaron dos.
Los delfines la atraparon, pensó Wolfgang. Continuó nadando enloquecidamente hacia la costa. Algo lo tomó del pantalón, pero se zafó a las patadas. Había llegado a la parte menos profunda, fuera del alcance de las bestias marinas. Se puso de pie y vadeó hasta tierra firme. Y quedó cara a cara con John Dillinger.
“Disculpa, amigo” dijo John y apretó el gatillo de la Thompsonsemiautomática. Treinta balas de plata impactaron a Wolfgang arrojándolo nuevamente al agua. Todas las sensaciones abandonaron su cuerpo, sintió los tentáculos asquerosos que se cerraban en torno a su mente, oyó una risa que creció hasta ser un bramido sordo y la voz pringosa que hablaba en su cabeza: Bienvenido al lugar reservado para ti hasta el fin de los tiempos. Ahora si que no morirás. Y la mente de Wolfgang Saure, atrapada viva como una mosca en ámbar, sabiendo que aquello duraría billones y billones de años, gritó, gritó y gritó.
Y entonces quedó uno.
Y Joe Malik, sintiendo como si estuviera sentado en un auditorio viéndose a si mismo actuar, se acercó hasta Él y le extendió una mano. “Felicitaciones,” dijo fríamente, “realmente lo ha logrado”.
Hagbard observó su mano y dijo “teníamos más confianza la última vez que nos vimos”.
“Muy bien” dijo Joe. “Mi señor, mi enemigo”.Se acercó y besó a Hagbard en plena boca. Entonces sacó el arma del bolsillo y disparó directamente a la cabeza de Celine.
Y entonces no quedó ninguno.
Aquello fue bastante real; Joe se sacudió, se incorporó y sonrió. Acercándose a Hagbard, sacó el arma y se la entregó.
“La sorpresa terminó” dijo. “Leí todas las pistas exactamente como tú querías. Sé que eres el quinto Illuminatus Primus, y sé que tus motivos para eliminar a los otros cuatro no tienen nada que ver con lo que nos has hecho creer. Pero no puedo interpretar mi papel. Todavía confío en ti. Debes tener una buena razón”.
La boca de Hagbard quedó abierta con una sorpresa completamente genuina. “¡Bien, húndanme!”dijo, comenzando a reír.
Rompía el alba; Los Nueve Desconocidos, el grupo de rock más misterioso, se colocaron ceremonialmente sus cascos de football americano y enfrentaron el este para cantar:
Hay UN solo Dios: Él es el Dios SOL: ¡Ra! ¡Ra! ¡Ra!